Camille—Ya te dije que no —me vuelvo a negar.
Alexander deja escapar un bufido y sus labios se curvan en una línea recta, lo cual me da a entender que mi respuesta no le agrada en absoluto. A veces me cuesta comprender porque es tan terco.
—¿Por qué no? —protesta sonando encaprichado—, ya hemos estado saliendo por más de dos semanas, quiero que regreses a vivir conmigo. Eres mi esposa y tú lugar es a mi lado —insiste con esa nota de fastidio crispando su voz, y ruedo los ojos.
Hemos hablado del tema y creí que habíamos llegado a un acuerdo, pero ahora veo que no.
Doy unas cuantas vueltas por mi habitación, he olvidado que buscaba y él sigue observándome con intensidad, quiere una respuesta que aún no le puedo dar.
—Dijimos que iríamos despacio —le recuerdo en voz baja, sin intenciones de herir sus sentimientos. La facciones de su rostro parecen relajarse, luciendo un tanto resignado.
—Lo sé y créeme que intento entenderte —suspira con pesadez—, pero te necesito conmigo, no me gusta estar ni un segundo lejos de ti.
Al escucharlo esbozo una sonrisa enorme, sintiendo que mi corazón da un vuelco arreciado. Él me mira con suficiencia al tiempo que se acerca a mí con la seguridad envuelta en sus pasos, cuando lo tengo invadiendo mi espacio personal, se inclina y presiona sus labios con los míos, llenándome de él, de nosotros. No puedo hacer más que dejarme llevar por las sensaciones que comienzan a embargar mi cuerpo y que me hacen suspirar contra su boca mientras me aferro al sabor de sus labios sin querer dejarlo ir nunca.
—Te quiero conmigo —un gruñido áspero brota de su garganta.
—Todavía es muy pronto.
Él se separa de mí lo suficiente para encontrar mis ojos y niega sutilmente.
—No cuando se trata de ti. —Me mira fijamente mientras esboza una sonrisa. El calor invade mis mejillas y entonces me besa de nuevo. Gimo de la sorpresa y del placer que me produce tenerlo junto a mí.
—Solo esperemos un poco más, ¿vale? —susurro en medio del beso y él asiente desconcentrado, mientras trata de apoderarse de mis labios nuevamente.
Después de unos minutos nos separamos por completo, mi respiración es agitada y él me observa bastante sonriente, lo cual provoca que mis mejillas se enciendan otra vez sin que pueda evitarlo. Me siento como una pluma que se deja llevar por el viento a cualquier dirección, en esta ocasión es Alexander con quien siempre me dejo llevar por el deseo que ambos sentimos.
Un deseo que estoy segura jamás se extinguirá, y que quiero creer que permanecerá hasta el último de nuestros alientos.
—¿Entonces no regresarás aún? —arquea una ceja y me cuestiona con el ceño ligeramente fruncido.
ESTÁS LEYENDO
No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️
RomanceCuando Camille cumplió diecisiete años conoció al socio de su padre, el demonio de ojos verdes; un hombre sumamente atractivo con un porte que exuda dominio y poder, de quien se enamoró a primera vista. Durante dos años, Camille idealiza falsas ilu...