Capítulo XVII

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Camille

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Camille

Puedo sentir la palma de su mano reposando en mi mejilla, el tacto me cobija y me hace sentir segura, parpadeo varias veces, intentando acostumbrar mis ojos a los pequeños rayos de sol que se filtran por los orificios entre los grandes árboles.

No pasa mucho cuando por fin puedo abrir mis ojos por completo y visualizo al hombre más hermoso del mundo, me observa con esos hipnotizantes y cautivadores ojos verdes que varias noches me provocaron desvelo.

Sonrío como una tonta al verlo a mi lado, sintiendo como esa corriente eléctrica vuelve a recorrerme el cuerpo, intensificando la cantidad de sentimientos que le profeso. Tiene el cabello totalmente alborotado, luce extrañamente tranquilo y sus ojos tienen un brillo inusual que me es imposible descifrar, pero por este momento no me molesta.

Porque podría acostumbrarme a amanecer en sus brazos toda la vida si él me lo pidiera. Yo haría todo por él aunque el sentimiento no sea recíproco. Me cuesta no perderme en su imponente mirada, y más cuando te mira de esa manera; intensa y arrebatadora, tanto que sientes que te traspasará el alma.

Mi pulgar roza su labio y suspira en medio de una sonrisa.

—Buenos días —su voz ronca hace que se forme una pequeña sonrisa en mis labios, deseando quedarme aquí y prolongar este momento para toda la vida.

—Buenos días —contesto un poco somnolienta.

Sin que pueda detenerme mis ojos viajan a su torso desnudo y no puedo evitar sonrojarme al recordar lo ocurrido la noche anterior, muerdo mi labio inconscientemente, lo cual lo hace carraspear un poco, mis ojos están fijos en los suyos, la intensidad me hiela los sentidos y cuando siento que el momento continuará y abrirá paso a algo más, termina apartando la mirada.

¿Se habrá puesto nervioso?

No me da tiempo de ordenar mis pensamientos y alza mi cuerpo, ayudándome a levantarme del césped, tomo mis prendas y comienzo a vestirme rápidamente, haciendo un débil intento de ignorar su intensa mirada que me pone a temblar las piernas más de una vez. La oleada de nervios me atraviesa y no hago más que morderme el interior de las mejillas para enmascarar el rosado de mis mejillas.

Él sigue con la vista puesta sobre mí, y no le veo intenciones de dejar de hacerlo. Decido no prestarle atención, pese a que influye en mis nervios, me coloco mis zapatillas y con mis manos hago un torpe intento en peinar mi cabellera que se encuentra alborotada y con pequeños trozos de hojas secas adornandolo.

Alexander se acerca a mí, su cercanía acelera mi corazón en maneras que aún me cuesta comprender, nuestros ojos se conectan y los suyos me dicen más de lo que él se atreve a pronunciar, la intensidad de su mirada comienza a quemarme y cuando pienso que no podré soportar la situación, comienza a sacar las benditas hojas de mi cabello, lo hace con cierta delicadeza y la acción me saca una sonrisa que me nace de lo más profundo.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora