Capítulo XIX

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Alexander

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Alexander

Hoy ha sido un día de mierda, todos los días lo son pero en especial hoy. Los malditos socios rusos se negaron a firmar el contrato que teníamos establecido, ya que no estaban muy seguros de los beneficios de trabajar conmigo. Una completa mierda de excusa, sé que están buscando cualquier razón para sacarme de la jugada pero no sé los permitiré, ahora soy yo el que no está interesado en hacer negocios con ellos, pero debo reconocer que son importantes.

No es egocentrismo, pero soy el mejor cuando se trata de negocios y mi trabajo es impecable, por eso estoy donde estoy y nadie puede venir a ponerlo en duda. Por otro lado, no tengo una reputación intachable con respecto a las mujeres, ante los ojos de los malditos rusos soy rebelde, joven, y no tengo la capacidad para ser la cabeza de los negocios.

Se atrevieron a poner de condición que contraiga matrimonio, o que al menos mantenga una relación estable y solo entonces pensaran en hacer negocios conmigo <<que se jodan, no necesito su dinero>> pero James y yo si necesitamos nuevas inversiones para poder expandir los negocios a nuevos territorios y los rusos son pieza clave para llevarlo a cabo.

Odio sentirme atado. Odio necesitar de alguien más para cumplir mis propósitos.

Camino por mi oficina, cabreado, doy vueltas sin sentido, me aflojo la corbata para poder respirar mejor, me siento asfixiado, la rabia sube por mis venas y siento los nudillos apretados, no entiendo la frustración que me llena el pecho, que sin pensarlo dos veces agarro el teléfono y llamo a mi asistente en busca de una relajación. Un buen polvo es lo que necesito en este momento.

En cuestión de minutos entra Ana por la puerta, y sin necesidad de decirle lo que tiene que hacer, empieza a desvestirse dejando al descubierto sus grandes pechos, comienza a caminar sensualmente hacía mi escritorio, contoneando las caderas, la tomo del cuello y la dejo en cuatro sobre el cristal de mi escritorio, tomo el preservativo y lo abro rápidamente para después deslizarlo por mi miembro que ya se encuentra erecto.

Me entierro en su canal comenzando a embestirla con rudeza, necesitando descargar toda esa rabia que me nubla la razón.

—Más...rápido —jadea y enrosco su cabello en mi mano, tiro de él con fuerza, dando penetraciones más bruscas.

Necesito liberar la furia y frustración en algo o alguien, y por alguna razón esto no está funcionando.

Mierda.

Los gemidos de la rubia se hacen cada vez más fuertes, pongo mi mano en su boca intentando acallar cualquier sonido, tiro de su cabello con fuerza, suelto varios gruñidos y cierro los ojos dejándome llevar por la ola de placer que me sacude de pies a cabeza. Mi respiración se entrecorta con cada empellón, sin embargo, la sensación no se prolonga mucho, ya que se interrumpe cuando unos ojos esmeralda acuden a mi mente atormentando mis pensamientos; su cuerpo, sus gemidos, su aroma, Camille.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora