Capítulo XXXIV

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Camille

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Camille

Transcurren tres días desde lo ocurrido en la noche del aniversario de la empresa y mi estado mejora con notoriedad. Los analgésicos han sido de gran ayuda y el hematoma de mi frente ya casi se ha desvanecido por completo, que puedo ocultarlo con maquillaje. Sólo me ha quedado una jaqueca horrible, pero nada que no se pueda controlar.

Aún no le he dicho la verdad a Alexander. Lo que pasó no fue un accidente, y sé que tiene que enterarse tarde o temprano. Él no ha preguntado nada todavía, pero sospecho que lo hará en algún momento. Tengo muy claro lo que debo hacer pero no estoy segura.

Tengo miedo de que no crea en mí.

Estos días ha estado un poco distante conmigo, actúa raro y su mirada siempre está perdida, aún así, se ha mantenido al tanto de mi recuperación. Se encarga de que tome mis medicamentos al pie de la letra, trae mis comidas a la cama <<es innecesario>> tampoco me permite salir de la cama, a lo cual hago caso omiso.

Sé que no ha dormido mucho, las ojeras debajo de sus ojos son notorias al igual que el cansancio plasmado en su rostro. Me siento culpable, él no tiene porqué cuidarme, pero aún así lo hace y eso me hace sentir bien. Él me hace sentir bien.

Mi mente está hecha un caos.

Tengo planeado hablar con Leonardo primero, necesito saber con exactitud que simboliza esa mujer, Eva, en la vida de Alexander.

Él se ha ido a la empresa desde hace dos horas y dijo que regresará tarde, ya que tiene varios pendientes que resolver. Esta es la oportunidad perfecta para quedar con Leonardo sin que Alexander se entere y me cuestione mi salida.

Me levanto de la cama ignorando la jaqueca que me marea y comienzo a arreglarme rápidamente, escojo un vestido con estampados floreados. Mi cabello lo dejo al natural, no tengo ganas de estilarlo.

Termino de alistarme y bajo las escaleras tratando de que Carmen no se de cuenta de mi salida, porque no dudo que se lo deje saber a mi esposo. Me escabullo entre los grandes pasillos para después entrar de contrabando al despacho de Alexander.

Sé que por aquí, en algún lugar debe estar el número de Leonardo. Comienzo a hacer una búsqueda exhaustiva y después de varios minutos, encuentro su contacto sobre unos papeles.

Lo agrego rápidamente a mis contactos, tomo una bocanada de aire y le llamo.

Beh, chi sta parlando?

Responde en su lengua materna, pero de alguna manera puedo detectar un matiz de confusión en su voz.

—Hola Leonardo, habla Camille, la esposa de Alexander. —Susurro, apenada.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora