Capítulo XXVII

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Camille

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Camille

Abro los ojos y parpadeo varias veces antes de acostumbrarme a los brillantes rayos de sol que se filtran a través del cristal de mi ventana, son demasiado molestos y me dan ganas de gritar de frustración, además, mis ganas de querer despertarme por completo son nulas.

Si fuera por mí, me tiraría todo el día sin hacer nada. No me apetece enfrentarme a mi situación y añadiendo el hecho de que no me gustan las mañanas, debe ser un pecado levantarse tan temprano.

Maldición.

Suspiro agotada mientras me paso la mano por la cara. Pese a que no quiera hacerlo, tengo que levantarme, hay muchas cosas que necesito hacer hoy. Será un día ocupado; ir a la universidad, de ahí a la boutique, revisar los últimos arreglos de la boda con Amelia, y por último reunirme con Alexander por la noche.

Ya han pasado seis días desde la extraordinaria cena en casa del señor Stefan, nótese el sarcasmo en mis palabras. Por obvias razones no he tenido contacto con Alexander desde ese día. Él no se ha comunicado conmigo y yo no he tenido ganas de hacerlo, no tengo nada que hablar con él y ahora que lo pienso bien, tampoco me apetece hacerlo.

Su indiferencia me tiene hundida en una mezcla de tristeza y rabia, pero sé que no debo ceder a sus desplantes.

Tengo que mantenerme firme en mi objetivo y no dejar verme débil, ahora que las cartas están puestas sobre la mesa no puedo dar mi brazo a torcer, mucho menos cuando vamos a casarnos y estaré atada a él por un año. Un maldito año.

Me levanto de inmediato de la cama, soltando un bostezo, aún estoy adormilada y sin ganas de salir de mi habitación. Corro al baño, hago mis necesidades, me cepillo los dientes y peino mi cabello en un moño alto, dejando varios mechones sueltos a los costados. Decido no maquillarme y quedarme con un look natural, principalmente porque mis ganas de salir son nulas.

Dejo escapar un suspiro y sin querer seguir quejándome, salgo del baño apresurada y me coloco un top blanco de manga larga y unos vaqueros de mezclilla negros.

Saco una cazadora de color mostaza del armario, me pongo unas de mis zapatillas favoritas, cojo mis llaves del tocador, el bolso y salgo corriendo de mi habitación, deseando haberme quedado dormida todo el día para así no pensar más en todos los problemas que tengo.

A enfrentar el mundo. O más bien Alexander.

El demonio...

Me adentro al aula con pasos firmes, todos los presentes están en sus respectivos asientos absortos en sus propios mundos. Mi mirada viaja a la única silla vacía donde solía sentarse Aarón. Aprieto los labios con fuerza y termino soltando un suspiro de melancolía, mientras me obligo a no sentirme más triste de lo que ya estoy.  Necesito acostumbrarme a su ausencia, aunque todavía me deja un mal sabor de boca y no es un sentimiento que pase desapercibido.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora