Camille
Accedo al interior de la casa con extrema precaución y empiezo a caminar de puntillas para no hacer ningún ruido. Contengo la respiración, sintiendo el impulso de adrenalina haciendo lo suyo dentro de mi cuerpo. Tomo las medidas necesarias para que él no se de cuenta de que acabo de llegar, eso no le va a gustar, pero de nuevo, no es nadie para mí, así que no puede decir nada, ¿verdad?.
No importa, pero tampoco quiero despertarlo, no estoy de humor para lidiar con sus escándalos o sus lecciones. Bueno... Ni siquiera sé si está aquí, todas las luces están apagadas lo que me hace inclinar a la teoría de que la casa está vacía, maldita sea, odio la oscuridad. No quiero tener otro accidente como el de anoche.
Al acercarme a las escaleras siento que mi corazón late a mil por hora, aunque intento hacer el menor ruido posible siento que me va a pillar y ahora mismo no quiero problemas. Sacudo la cabeza para alejar mis pensamientos, suelto un suspiro y camino unos metros más, estoy a punto de subir el primer escalón cuando la luz se enciende de repente.
—¡¿Dónde demonios has estado?! —El grito proveniente de Alexander hace que me detenga en seco, mis piernas flaquean por unos segundos, haciéndome tragar grueso.
Estoy en problemas. Tuve que anticiparlo.
Me quedo pasmada por su reacción, las pulsaciones se me disparan y no se que mierda decirle, ni siquiera se si quiero decirle algo.
—Alexander, tranquilízate —trato de calmarlo y evitar que haga una tormenta en un vaso de agua, pero logro todo lo contrario.
Sus cejas se contraen en furia y mi cuerpo se tensa, intentando anticipar lo que está a punto de ocurrir.
—No te lo repetiré de nuevo, ¿donde mierda estuviste toda la tarde? —pregunta con un tono amenazante que me hace pasar saliva.
Oh no, no puede hablarme así. Sin saber qué impulso me embarga, le respondo, usando el mismo tono; brusco y grosero que no alberga una tregua.
—¡Qué te importa! —mi respiración se agita—. ¡No eres nadie para exigirme explicaciones así que no lo hagas! —me defiendo, tratando de sonar segura de mi misma aunque mi corazón está latiendo a mil por hora.
Él me pone demasiado nerviosa y lo odio.
Odio saber que Alexander tiene este efecto en mí cuando yo no provoco ni una pizca en él.
Principalmente, odio saber el poder que infringe sobre mí, odio que sus ojos me acribillen de la forma en que lo hacen, odio que no pueda enmascarar lo que me hace sentir porque puedo jurar que con una sola mirada suya puede descubrir todos mis secretos.
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No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️
Roman d'amourCuando Camille cumplió diecisiete años conoció al socio de su padre, el demonio de ojos verdes; un hombre sumamente atractivo con un porte que exuda dominio y poder, de quien se enamoró a primera vista. Durante dos años, Camille idealiza falsas ilu...