Capítulo XXXV (parte 1)

5.5K 301 17
                                    

Camille

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Camille

Después de varias horas de viaje, al fin llegamos a la mansión de mi esposo. De ahora en adelante tendré que vivir con él, eso hacen las personas recién casadas; vivir juntos. La situación entre nosotros es un tanto incómoda, Alexander ha estado actuando muy frío y distante conmigo, siento que algo le molesta, pero no sé la razón y por lo visto, él no tiene planes en decírmelo.

Siempre es tan difícil lidiar con sus cambios de humor, tontamente pensé que algo cambiaría entre nosotros después de lo sucedido en Italia, pero estaba tan equivocada. Él sigue siendo el mismo hombre bipolar y desinteresado de siempre.

No obstante, estoy convencida de que algo le sucede, alguna cosa debe estarle molestando, pero no tiene la confianza suficiente para hablar conmigo. Y sinceramente, ya estoy cansada de sus cambios de actitud.

¿Por qué tiene que ser así?

Desde que llegamos a la mansión, Alexander ha estado encerrado en su despacho haciendo llamadas a quien sabe quién, no he querido interrumpirlo porque conozco la importancia de su trabajo, pero necesito decirle lo que pasó con Eva. Tengo que hacerlo, se tiene que enterar por mí. No voy a retrasarlo más.

Quiero decirle y necesito que me crea.

Mis oídos captan el sonido de la puerta del despacho abriéndose, me giro para enfocar mi mirada en esa dirección y lo veo salir sin siquiera darme un vistazo.

Ha estado evitándome y no lo soporto, mucho menos cuando no se la razón.

—Alexander, espera —lo detengo—, necesitamos hablar de algo importante —me analiza con la mirada al percatarse de mi presencia y una chispa de enojo atraviesa sus ojos, haciendo que aparte la mía.

Mi corazón galopa con fuerza al vislumbrar la frialdad que encierra su mirada.

—No tengo tiempo de hablar —me corta.

La seriedad en sus palabras me sobrecoge, no entiendo qué diablos le pasa, ¿por qué siempre tiene que hacer las cosas tan difíciles?

—Es importante —vuelvo a insistir—, no tomará mucho tiempo, lo prometo —siseo en voz baja para que acceda a escucharme, sin embargo, solo consigo irritarlo.

—¡Ya te dije que no tengo tiempo disponible para escucharte! —enfurece—, deja de insistir, joder.

Me quedo helada por el impacto de sus palabras. Entrecierro los ojos y tomo un largo suspiro, tratando de controlar mi enojo..., y mi decepción.

—Es importante —inquiero en voz baja, perdiendo la confianza en mí misma.

Hace una mueca y suelta una risa sarcástica.

—No tengo tiempo ni ganas de hablar de tus cosas, ¿lo entiendes? —increpa. Su mandíbula tensándose.

Siento un escozor invadiendo mis ojos. Me muerdo el interior de las mejillas.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora