CamilleAbro los ojos con pesadez sintiendo que mi cabeza va a explotar en cualquier segundo, tengo la boca seca y el dolor en mi cuerpo es indescriptible. Es como si diez camiones de carga hubieran pasado por encima de mí.
Con mucha dificultad intento incorporarme sobre la cama, sin embargo, hay una opresión estancada en mi pecho que me lo impide. Mis extremidades gritan por un descanso, mis ojos apenas pueden mantenerse abiertos y el dolor que emana mi cuerpo me hace estremecer hasta la médula.
Luego de varios intentos en los que fracaso, mis ojos por fin logran acoplarse a los rayos de luz que entran por mi ventana...esperen, esta no es mi ventana, ni mi cama, ni mi habitación.
Exaltada y a punto de un colapso, me pongo en modo de alerta de inmediato, no estoy en un lugar conocido y estoy entrando en pánico, no sé dónde mierda estoy. Tomo una bocanada de aire y vuelvo a reparar la habitación que está completamente en negro, cada decoración tiene colores neutros y no me pasa desapercibido el toque varonil que desprende.
<<Dios mío, ¿qué hice anoche?>>
El miedo se apodera de mi cuerpo, juego con mis manos temblorosas mientras siento que el corazón se me va a salir del pecho.
Volteo a todos lados en busca de respuestas, pero no encuentro nada que pueda ayudarme a llenar el vació en mi cabeza, ni siquiera reconozco el lugar en donde me encuentro. Necesito investigar y por eso hago el amago de levantarme de la cama para salir de la habitación pero me detengo en seco cuando los recuerdos de anoche me golpean con fuerza, dolorosos fragmentos invaden mi mente dejándome sin aliento; Sam, Alexander afuera de mi casa, el baile erótico, el hombre que intentó abusar de mí, la pelea.
Todo es demasiado.
La frustración se vuelve a apoderar de mí al recordar aquella situación que me hace estremecer y sentirme llena de impotencia, no pude hacer nada para detener a aquel sujeto, ahora entiendo el dolor de mi cuerpo, todo es culpa de ese animal, necesito saber dónde estoy.
Me levanto de la cómoda cama y lo primero que hago es observar mi figura en el gran espejo que está al lado del gran armario, traigo puesta una bata de seda y encima una sudadera masculina, suspiro aliviada y por instinto, acerco la fábrica a mis fosas nasales, aspirando el aroma impregnado, mi cuerpo se sacude vehemente con el cosquilleo que me atraviesa, ya que el maldito aroma que desprende es tan conocido. Tan acogedor.
Familiar.
Es su maldito olor el que penetra mis fosas nasales y ahora estoy rogando para que esta sudadera no sea de Alexander.
Envío lejos esos pensamientos y camino hacía la salida, en un intento de escapar a lo que estoy sintiendo, pero la puerta se abre antes de que pueda salir.
Me detengo abruptamente, mi cuerpo se tensa y me preparo para lo que sea que venga.
—Buenos días, Camille —habla dulcemente una señora ya de la tercera edad, mis sentidos se ponen en alerta y retrocedo asustada.
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No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️
RomanceCuando Camille cumplió diecisiete años conoció al socio de su padre, el demonio de ojos verdes; un hombre sumamente atractivo con un porte que exuda dominio y poder, de quien se enamoró a primera vista. Durante dos años, Camille idealiza falsas ilu...