Camille{Dos meses atrás....}
—¿Entonces si te vas a ir? —preguntó Alexander al ver mi maleta en el auto, su voz sonaba contenida.
Con la poca valentía que conseguí reunir en ese momento, me volví para verlo fijamente y me encontré con esos ojos llenos de oscuridad, una oscuridad en la que me había hundido y que ya no encontraba la salida.
—Si, ya está todo listo —espeté cortante, intentando no decir nada que me hiciera arrepentirme de lo que estaba haciendo, porque me dolía irme.
Demasiado.
—¿Así de fácil te resulta dejarme? —escupió con desdén, pero había una pizca de súplica en su voz.
Su rostro se mantenía inexpresivo e inescrutable como lo había vislumbrado tantas veces que hasta ya había perdido la cuenta. Suspiré con pesadez y me preparé mentalmente para sacar esas palabras que estaban estancadas en mi garganta, pero eran necesarias de decir.
—Créeme, no es fácil. Me duele demasiado tener que dejarte ir —me sinceré con él—, pero ahora entiendo que debo hacerlo —hablé con firmeza, recuperando mi postura.
<<No quiero irme, pero es necesario>>
El semblante que tenía era tan inquebrantable o al menos eso era lo que aparentaba ante mis ojos. Me alteraba demasiado aquella situación, pero decidí que lo mejor era ocultar mi desastre emocional. Todavía me seguía costando descifrarlo como el primer día.
Lo observé por una infinidad de segundos y seguía sin comprender como era tan endemoniadamente hermoso. Parecía tan irreal, tan jodidamente perfecto, y tan atormentado que por un momento lo odié.
Estuvimos tan cerca pero a la vez tan lejos de serlo todo.
—No lo hagas, no me dejes —su voz por primera vez tembló—. Tú no me abandones.
Un ápice de vulnerabilidad se agitó en sus ojos, encendiendo esa chispa en mi interior que me hacía doblegar mis principios y, en ese momento, supe que pronto tendría que hacer toda para extinguirla antes de que me apagara por completo.
—Me duele más quedarme a tu lado, Alexander, tengo que soltarte de una vez por todas —me costó decirlo—, incluso aunque no esté lista para hacerlo —dije amortiguando un sollozo en mi garganta.
Sus labios se torcieron en una sonrisa triste y vacía.
—Te equivocas —aseveró y su voz se quebró en el intento—, soy yo el que no puede hacerlo. No puedo después de todo lo que hemos pasado juntos.
Ahogué un sollozo de dolor para no derrumbarme.
—Pero tenemos que hacerlo, ambos nos estamos haciendo daño —un nudo se formó en mi garganta, dificultando mi hablar—, no te enamoraste de mí y yo tampoco supe sacarte de ese infierno que tanto te atormenta, los dos fallamos en el intento —admití, sintiendo las lágrimas rodar por mis mejillas.
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No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️
RomanceCuando Camille cumplió diecisiete años conoció al socio de su padre, el demonio de ojos verdes; un hombre sumamente atractivo con un porte que exuda dominio y poder, de quien se enamoró a primera vista. Durante dos años, Camille idealiza falsas ilu...