CamilleLos días siguen el mismo curso de siempre, ninguna novedad, nada ha cambiado desde que le pedí a Alexander que me abrazara. Siento su rechazo y no comprendo porque accedió a hacerlo si tanto le cuesta tolerar mi presencia. Todo sigue igual entre nosotros, nada cambia y creo que comienzo a resignarme a su indiferencia.
Por otro lado, mi día en la universidad concluye demasiado rápido que no puedo quejarme.
Dejo salir un suspiro y después procedo a bajarme del auto de manera apresurada, me despido de Daniel, mi chofer, al fin me dijo su nombre después de tanto insistir. Como dicen, el que persevera alcanza.
Subo a mi habitación con pasos apresurados, hoy tengo que ir con Amelia al asilo de ancianos, tuvimos que haber ido desde el viernes pero me llamó para cancelar. Ya no podemos retrasarlo más porque en una semana será la recaudación de fondos. He estado tratando de contactarme con Amelia desde entonces, pero siento que me ha estado evitando, y no sé el porqué.
Doy varias vueltas pensando en qué ponerme, me interesa lucir presentable, además de que me emociona mucho visitar un asilo. Nunca conocí a mis abuelos y mis padres nunca me hablaron de su infancia. No era un tema que quisieran discutir conmigo y hasta cierto punto dejé de preguntar, pues no recibía respuestas.
Al final me decido por un vestido negro ajustado, un suéter blanco de estambre y unas zapatillas. Dejo mi cabello al natural, varias ondas recaen sobre mi espalda en forma de cascada. Me observo al espejo y me siento complacida con lo que veo. No importa si Amelia no me responde, yo sí pienso ir, con o sin ella.
El ruido de la puerta hace que gire mi mirada, Alexander entra derrochando su encanto, lo cual acelera mi pulso con exageración, la sangre me comienza a subir a las mejillas y solo puedo sonreírle para evitar hacer el ridículo.
—¿Ya estás lista para marcharnos? —me observa de pies a cabeza y suelta un suspiro, casi aliviado—, llegaremos tarde si no te apresuras.
Le regalo una mirada llena de confusión y él no se inmuta.
—¿Llegaremos? —le pregunto desconcertada y él asiente, despreocupado—, pensé que iría con Amelia, de hecho he tratado de comunicarme con ella, pero no me contesta. ¿Sabes qué pasó? —cuestiono y puedo ver cómo sus músculos se tensan a través de su traje.
Muerdo mi labio, indecisa, al no saber si hice mal en preguntar.
—Ya dije que irás conmigo, Camille —impone como siempre—, no hagas más preguntas al respecto —desvía el tema y sinceramente no le tomo mucha importancia porque sea lo que sea, no me dirá nada.
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No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️
RomanceCuando Camille cumplió diecisiete años conoció al socio de su padre, el demonio de ojos verdes; un hombre sumamente atractivo con un porte que exuda dominio y poder, de quien se enamoró a primera vista. Durante dos años, Camille idealiza falsas ilu...