Capítulo XXIV

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Camille

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Camille

Llego a mi casa y salgo del auto a toda prisa, no me molesto en despedirme del conductor porque cuando me doy la vuelta ya está haciendo su camino de regreso a la mansión. Dejo escapar un suspiro y me preparo mentalmente para la excusa que le daré a mi madre, sé que me matará por llegar hasta el día siguiente. Antes podía escapar porque nunca lo notaban, jamás se daban cuenta de lo que hacía pero ahora que ella dejó su trabajo es diferente.

Empiezo a dirigirme hacia la entrada de mi casa, pero me detengo abruptamente cuando veo a la persona que está frente a mí.

Aarón se encuentra recargado en su motocicleta, jugando con el cierre de la chaqueta mientras resopla pausadamente.

Luce muy bien a pesar de que hay ciertas ojeras debajo de sus ojos, lo observo por unos segundos sin poder decir nada, su mirada está perdida en la nada y eso causa cierta intriga en mí, él no es el tipo de chico que se enrede en los pensamientos pero ahora, estoy viendo otra faceta nueva y no sé porque sospecho que esta es la verdadera y no la de rebelde que intenta aparentar cada vez que estamos juntos.

Meneo la cabeza sutilmente, alejando mis intuiciones y me acerco a él, no sin antes tomar una bocanada de aire. Aarón se percata de mi presencia y nuestros ojos se encuentran en medio de la incertidumbre. Su mirada me estremece de pies a cabeza y extrañamente, me hace sentir cobijada bajo el aura de paz que desprende.

—Hola... —sonríe tímidamente—. Vine a buscarte pero no me he atrevido a tocar, necesito hablar contigo —dice en ese tono serio que me preocupa, hago una mueca de confusión.

Su sonrisa se desvanece de inmediato y tuerce los labios en una línea recta, resoplando a la vez que sus manos comienzan a temblar.

—Está bien, dime lo que pasa —susurro angustiada mientras lo veo tragar grueso—. Sólo quiero saber si estás bien. Estoy preocupada por ti.

Mis palabras no pasan desapercibidas, parece dudarlo unos segundos y cuando pienso que necesito insistir, lo dice:

—No te puedes casar —suelta de la nada, con esa nota de vulnerabilidad que me acelera el corazón.

—¿Qué? —respiro con dificultad.

Tira de mis brazos con fuerza, me sujeta cerca de él sin dejar que me aleje, abro los ojos sorprendida y la duda de cómo se enteró de mi supuesto matrimonio empieza a florecer dentro de mi.

Sólo me lleva unos segundos armar el rompecabezas en mi mente, todas las piezas encajan perfectamente, y casi puedo asegurar que se enteró por la familia de Alexander o incluso por él. No me sorprendería que se lo dijera antes de hacérmelo saber a mí.

—No lo hagas.

—Aarón...—Mi voz queda suspendida en el aire.

—No puedes casarte, Camille, y menos con él —súplica dejándome aturdida y con un millón de preguntas.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora