Capítulo 8

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Chloe:

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Chloe:

Veía a mi profesora de dinámica de grupos con notorio odio. De verdad que solo quería que cuando estuviera bebiendo de su jugo se le cayese todo en ese pantalón blanco que lleva impoluto en ese momento. Justo como yo no estaba en este instante.

Estaba hecha del asco. Nos hizo ir a la cancha y no al gimnasio porque eso sería muy sencillo, sino al aire libre para que hiciéramos algo que ni idea, solo era una dinámica tonta de esas que le encantaba hacer. Pero esta era la peor y cuando digo que la peor era la peor.

Agh.

Esta era una electiva que metí cuando se acabaron todas las demás, necesitaba los créditos para graduarme y la dejé para el semestre siguiente. Ese semestre era ahora. Joder.

Cuando me iba a inscribir este semestre me di cuenta que estaba cruditas con todos los créditos de electivas. Así que estaba haciendo un mateo en este último año y deseando que con mi mala suerte no catear semejante estupidez.

Así que aquí estaba arrastrándome en el suelo como si fuera una lombriz por una estúpida A.

Me odio y la odio.

—Chicos, vamos. Quien termine el circuito primero tendrá la mejor nota.

Mire a Ava y ella me miró a mí. Ambas queríamos asesinar a nuestra profesora, el sudor, el barro en nuestra ropa es evidente y no hay nada más que desee que darme una ducha y no salir de ahí por lo menos en unas diez horas.

La morra castrosa del salón ahí estaba, luchando por esa A como si fuera un millón de dólares que la estuviese esperando al final y no una simple palmada en la espalda que era lo único que le iban a dar.

Yo estaba haciendo el circuito a duras penas, los pulmones clamaban oxígeno, nunca fui buena para los deportes y eso de estar haciendo carrera de sacos estaba sacando todo de mí. Estaba muriendo por una estúpida asignatura.

Por lo general yo era una persona muy competitiva, pero en esto, que se quede con su pinche premio. Yo prefiero terminar esto sin tener una hipoxia al final de tan estúpida clase.

—Vamos, Chloe. Sonríe un poco, libera endorfinas. —la profesora estaba en su elemento, claro como no era ella la que parecía un pollo al horno. Estaba muy fresquecita desde una silla con sombra.

Mi cara debió evidenciar mi molestia que de forma automática cambió su vista de mí y se enfrascó en la castrosa. —Louise, tu puedes. Vas muy bien—es que me caía mal. Tenía nombre de estudiante insoportable que no importaba tirarte por la borda para quedar bien delante de un profesor.

Y no es criticar por criticar, lo viví en carne propia. En un mísero trabajo dijo que yo no había hecho nada, siendo mentira y era todo para quedar como la niña abnegada. Estúpida.

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