Capítulo 46

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Chloe

Regresamos a Connecticut y comenzó la experiencia de hacerme novia de Lucas, sí, aún se sentía extraño decirlo, más raro de pensarlo que ambos estábamos embarcados en una relación que nunca me imaginé que se podía dar.

Teníamos unas tres semanas con esto y aunque pensé que podría ser incómodo, ninguno de los dos se había puesto idiota. En algo había tenido razón, y era como cuando nosotros regresamos en navidad y estuvimos todo ese tiempo juntos como amigos con derechos.

Me sentía como un maldito cliché, eso no podía negarlo, pero es que mis sentimientos habían ganado, y no había algo más que quisiera como tener su amor. Cuando me dijo de ser su novia, pese a pensar que podía ser un desastre, solo pude aceptar porque era la oportunidad de tener una relación con el chico del que estaba perdidamente enamorada.

Pero estaba aterrada. 

No sabía si lo que él sentía por mí podría mudar a amor romántico y el miedo de que solo fuera un experimento me tenía ahí al borde comerme las uñas. Sin embargo, estaba disfrutando de ello. 

Salíamos, veíamos películas y luego regresábamos a su departamento en donde yo prácticamente vivía. Incluso había ropa mía allí y muy poco paraba en mi propio lugar. Kara no preguntaba. pero algo me hacía pensar que comenzaba a sospechar de ello. Solo que era la única manera de mantenerlo secreto.

Ambos nos encontrábamos en la universidad y aunque los rumores estaban, ninguno negó, ni confirmó nada, porque básicamente no éramos de esas parejas que tenían que estar de pegostes juntos en todo momento. Era el mismo trato de siempre entre nosotros. 

Salíamos con Ava y Liam que vitoreaban nuestra relación y así poco a poco se estaba todo asentando. Solo había un gran, un enorme y gran detalle que enturbiaba toda esta situación.

Él en Harvard y mi propuesta laboral.

Entonces eso nos dejaba en un gran dilema. 

Así que yo hacía todo lo posible por desterrar de mi cabeza los pensamientos que oscurecían nuestro porvenir.

Bueno, hasta que fuera hora de sacarlos a la luz. 

No seguí pensando en ello porque Ava llegó con la comida y la colocó sobre la mesa. Ella me miró y sabía lo que veía. Una mujer que juró que nunca se enamoraría de su mejor amigo y aquí estaba, siendo una idiota que recitaba sonetos de amor por él. 

—Te detesto —me dijo apenas se sentó.

—No es mi culpa.

—No claro, la señorita no siento nada por él, es solo el chico con el que crecí. Que crecí mi culo, estabas perdidamente enamorada de él desde años atrás. 

—No lo sé, solo estoy consciente de que me di cuenta ese fin de semana luego de tener el mejor sexo del mundo. 

Ella me lanzaba dagas con la mirada. —Cállate, ¿sí? Que yo debo regresar a mi departamento a darle uso a mi pobre vibrador. Mi vagina no ha tenido nada en meses, tal vez un año.

—Detalles que no quería saber —dije.

—Pues tú misma —se comió una papa casi que con rabia—. Dios debe estar preparando el hombre perfecto para mí, porque de verdad que no encuentro sentido a esta sequía. 

—¿O será que quieres que seas monja?

Mi comentario fue dicho sin ninguna mala intención, pero noté que ella se tensó. Lo que me preocupó. Ava era también un enigma. Alguien que nunca comentaba nada sobre sí misma, solo cosas aleatorias. Como cuando cantó esa canción en la boda de mamá. 

Solo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora