Capítulo 29

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Lucas

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Lucas

Miré a Chloe luego de que mamá tomara la foto. Porque se sintió tan diferente a las cientos de fotos que ya teníamos desde niños. Y sabía que tenía que ver con el trato que hicimos en la madrugada. Ese en donde nuestra amistad ahora por completo había cambiado. Era un paso más allá de lo que alguna vez pensamos que llegaríamos.

No éramos los mismos de la navidad pasada. Podía estar todo idéntico, nosotros compartiendo, cenando y abriendo los regalos, pero se sentía distinto. Las cosas habían mudado para siempre, incluso yo mismo.

Soltó mi agarre y yo tomé una cerveza a la que di un trago llevándome casi la mitad. Tenía que controlarme antes de hacer una cosa que suscitaría a cosas que no podríamos controlar, como besarla. Lo que solo nos dejaría con un gran meollo, yo con una erección que no podría esconder, y luego nuestra familia haciendo mil y una preguntas que no necesitábamos contestar.

Así que me obligué a calmarme. A poner un poco de distancia, pero es que era complicado cuando lo único que quería era mantenerme cerca de ella. Oler su aroma que me volvía loco. Que me dejaba al borde de los nervios.

—¿No trajiste regalo para Chloe?

Fue la pregunta de mi madre y la miré como queriendo decirle que se callara, porque ella sabía que le compré algo. Solo que ahora darle el regalo se me hacía difícil, fue mucho antes de nuestra conversación borracha.

Chloe me miró, tenía las mejillas sonrojadas y sabía que no era la única que estaba intranquila. Que se le hacía igual de difícil que a mí.

Saqué de mi bolsillo la pequeña bolsita de terciopelo y se la extendí. Ella lo tomó en sus manos y el solo roce se sintió como si hubiese tocado un tomacorriente con un tenedor. La energía que ambos exudábamos podía encender un generador, estaba seguro.

Abrió y sacó de esta una cadenilla color plata en la que se encontraba al fondo una pequeña maquina de escribir. Noté como sus ojos se llenaron de lágrimas y me dio un abrazo enorme.

—Sabes que no soy una escritora completa, mucho menos famosa.

Limpié sus lágrimas, no me gustaba verla llorar nunca. —Por ahora. Algún día serás una escritora famosa y te olvidarás de mí.

—Nunca.

Esto me recordaba a que dentro de poco todo terminaría. Al menos la cercanía, porque cada uno tenía sus proyectos de vida y no podían cambiar por el otro. Pero seríamos mejores amigos sin importar la distancia, ni las circunstancias.

—Toma.

Me pasó una bolsa parecida a la que le entregué y al abrirla me encontré con mi propia cadena, pero esta tenía forma de un corazón anatómico.

—Pronto empezarás la escuela de medicina y sé que quieres ser cardiólogo.

Me sentí expuesto. Porque sabía que ella conocía cada parte de mí. Hasta las más oscura, Chloe las conocía y lo más insólito de todo es que ella se quedaba. Y el miedo de perderla era aún más grande en este momento.

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