1) Los amigos no se celan.
2) Los amigos no se besan apasionadamente.
3) Los amigos no hacen el amor.
4) Los amigos no se enamoran entre ellos.
Esas eran las cuatro reglas que tenían Lucas y Chloe para que su amistad perdurara en el tiempo y ambos...
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Chloe:
Yo no pensé nada más allá de la necesidad de sentir mi boca con la suya. Y ninguna experiencia en la vida me preparó para cuando lo hizo. Porque la forma en que sus labios se movían sobre los míos era algo que nunca antes había sentido. Extracorpórea era la definición exacta.
No solo era por el roce, era por la electricidad que se generaba a medida que nuestro beso se profundizaba. Yo solo pude atraerlo hacia a mí como si quisiera fundirlo conmigo, me olvidé de todo. Obvié que estaba besándome con mi mejor amigo. El hombre hasta que unos meses atrás pensé que era como mi familia. El cual nunca creí albergar este tipo de sentimientos hacia él.
Su lengua tocó la comisura de mis labios y sabía lo que pedía, solo pude abrir más mi boca y lo sentí probando de mi paladar. Yo caté la suya, sabía a chocolate, té y un único sabor que identifiqué como el de él.
Nuestras lenguas se encontraron, poco a poco sentí que me dejaba recostada contra la manta y yo no deseaba alejarme, solo lo apreté para que no dejara de darme esto que ansiaba.
Poco a poco nuestros pulmones estaban pidiendo oxígeno, por lo que comenzamos a alejarnos. El aire frío dio en mi cara y las risas de las personas ante la película me hizo volver de una realidad.
Yo me había besado con Lucas.
Me besé con Lucas.
Mi mejor amigo.
Mierda.
Hice amago de levantarme para huir como una loca de este lugar, pero él me sostuvo de la mano impidiéndome la escapada. Yo estaba al borde de un colapso nervioso, me les estoy muriendo y esto me tenía por completo mal. No podía haber pasado. No, no y no.
—Chloe.
—Esto no pasó, Lucas. —me eché a llorar en el sitio—. Yo me tengo que ir.
—No, tenemos que hablar de ello.
Pues no era un tema de conversación que yo quería. —Eres mi maldito mejor amigo, esto no lo hacen los amigos. Me voy a morir.
La gente abucheaba que comenzamos a hablar y con una rapidez que desconocía de mí fui guardando las cosas en la canasta. Él intentaba ayudarme, pero no lo dejaba, tenía que hacer algo normal antes de dejarme vencer por la locura y esto lo era, a pesar de que tiraba las cosas con más fuerza de la necesaria.
—Cl, vamos a hablar.
Negué. —Luke, piensa en ello como un momento de curiosidad. Somos mejores amigos, nada grave. Ya se mató el piojito, lo destripamos. Es algo que no permitiré que pase de nuevo.
Ojalá que fuese así de sencillo porque besarlo no resultó para nada desagradable y el piojito solo rompió un huevo y trajo a sus amigos. Tenía una infestación. Lo que hacía que quisiera volver a sentir eso mismo que vivimos en el efímero momento en que nuestros labios se unieron.