Capítulo 20

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Chloe

Debería ser una cosa normal estar en un avión llorando desconsolada y sin razón. La gente no tendría que mirarte como si se te hubiese zafado un tornillo. ¿No veían que necesitaba mi espacio? Que me viesen como si estuviese loca no era darme mi espacio para nada.

En este momento yo era un bebé molesto y llorón. Quería revolcarme sobre la leche derramada y no pensar en nada más que en la nada. La mente en blanco con una amnesia sonaba ahora bastante apetecible.

Yo aún no podía creer lo que estaba viviendo en este instante de mi vida. No lograba pensar en lo que habíamos hecho. Yo quería creer que era un sueño, una pesadilla, premonición, cualquier cosa menos eso. que no fuese una maldita realidad. No podía ser posible eso que hicimos. No podía ser posible que Luke y yo nos hubiésemos acostado.

Por años siempre dijimos que sería asqueroso hacer algo así. Bromeábamos con ello pensando en que eso era algo como enfermo. Nos conocíamos desde niños y llegar a ese punto seria como hacerlo con un familiar. Nunca lo sentí como mi hermano, pero igual, seguía siendo extraño.

Yo no sabía cómo habíamos llegado a este punto. Un momento estábamos besándonos y al otro la ropa comenzó a estorbar. Nunca una atracción sexual se sintió tan intensa. Fue como si no hubiésemos podido aguantarnos y tuvimos que unirnos al instante. Ni siquiera pensamos.

Bueno, si habríamos hecho eso último no hubiese pasado nada de eso. Fue como un choque de trenes, no podías apartar la vista hasta que pasó.

De solo acordarme siento las piernas temblorosas y un dolor se diseminaba en las partes correctas de mi cuerpo. Eso fue extremo, colisionamos. Fue fuego puro y duro. Parecíamos salvajes o una pareja que tenía demasiado tiempo sin tomarse.

Lo que era todo menos eso.

Y no fue cuestión de una vez. Alrededor de la noche lo hicimos dos veces más. Nos despertamos insaciables y bueno, se nos salió tantito de las manos. Pero lo que no podría olvidar jamás, fue ver a Lucas comiendo de mi sexo.

De solo acordarme tenía que removerme en el asiento, y eso que estaba llorando. Pero es que me dejó como Bambi aprendiendo a caminar.

Pero ese no era la verdadera cuestión. La verdadera cuestión radicaba en que me había acostado con mi mejor amigo. Un hombre con el que solo me había besado una vez y que hasta el mes pasado solo era eso, mi amigo.

Y no, no era fácil la conversación. Tú dirás, hablen, en la palabra está la solución. No, no puedo. No me importa si me llaman cobarde, yo lo era. Siempre. Y lo aceptaba. No era nada dulce hablar con el hombre con el que prometiste que nada iba a arruinar su amistad. Múltiples orgasmos lo lograron.

Así que a la primera oportunidad hice lo que mejor sabía hacer. Huir. Apenas me desperté de madrugada y me vi, abrazada al pecho desnudo de Luke, me dije que tenía que escapar. Él querría hablar y yo solo quería olvidar.

Solo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora