1) Los amigos no se celan.
2) Los amigos no se besan apasionadamente.
3) Los amigos no hacen el amor.
4) Los amigos no se enamoran entre ellos.
Esas eran las cuatro reglas que tenían Lucas y Chloe para que su amistad perdurara en el tiempo y ambos...
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Lucas
Leer mensaje de Chloe en este momento fue justo lo que no necesitaba, o bueno, quizás sí.
La deseaba, mal, demencialmente y sabía que no podía saltar la ventana para llegar hasta su casa. Su amiga estaba allí, su hermano estaba allí y su mamá estaba allí. Ellos no se tomarán como algo normal que yo me apareciese de esa forma y me metiera en el cuarto de su protegida.
Joder.
Miré su ventana. La luz estaba apagada, pero sabía que estaba despierta, su mensaje no tenía ni cinco minutos que lo mandó. No podía negarlo, pero saber que no era el único que este deseo le corroía me hacía sentir mejor.
¿Cómo coño actúo delante de ella? No sabría decirlo. Parecía un imbécil en su presencia. Yo no he sido normal de unos meses para acá. Todo lo que hacía era pensar con la polla y más nada. Besarla en el baño debería considerarse un error, pero la cosa es que no me arrepiento de ello. Sobre todo porque la hice olvidarse del idiota con el que estaba bailando.
No estaba orgulloso de mi actitud, nunca había sido un hombre celoso, pero aquí estaba, sintiendo que quería devolverme y darle un puñetazo al tipejo solo por mirarla. Una cosa que estaba totalmente errada y descabellada ya que se supone que soy un estudiante de psicología. No debería irme por ese lado tóxico.
Pero es que ya yo no sabía que era ser normal. Nada era lo mismo desde esa noche. Nada.
Escribí un corto mensaje de texto y esperé. No sabía si ella lo vería, pero esperaba que contestara. Me mandara a la mierda o algo.
La vi bajar por la ventana encaramada al árbol que tenía cerca y pensando en lo idiota que estaba siendo y que se podía matar en el descenso, decidí salir corriendo de mi habitación y fui hasta su casa en lo que sería cuestión de segundos.
—Con que me hubieses mandado un mensaje bastaba —siseé esperando que no escuchara nadie.
—Esto debemos resolverlo ahora —bajó del árbol con un sonido sordo—. Vamos a la playa.
—¿No crees que es muy tarde?
—A esta hora yo estaría por mi primera cerveza. Son las once de la noche. esto se debe tener sin público y es lo que va a pasar si nos quedamos por aquí. O sale mi mamá con un sartén o es la tuya.
Ella tenía un punto.
—Vamos —accedí sin saber cómo continuar.
Le había escrito para hablar con ella, tal vez mañana, pero no me hizo caso así que aquí estábamos en medio de la madrugada como dos estúpidos.
Comenzamos a caminar con el frío de las horas. Ninguno de los dos dijo nada en el transcurso de nuestro viaje. Yo intentaba ordenar mis ideas y por su parte Chloe tampoco comentó. Solo podía pensar en que hacía menos de una hora había probado de sus labios y que no había nada más que quisiera que tomarla en la forma en que tan grafico se lo expliqué. Ya hasta había dicho poesía yo.