Solo amigos

Capítulo 28

Chloe

Caminábamos de regreso a casa, el silencio de la madrugada era lo único que nos acompañaba. Habíamos hablado durante todo ese rato y ahora teníamos un acuerdo, uno que no sabía si era el error más grande de mi vida y del que yo accedí como si nada.

Y yo sentía que estábamos haciendo una estupidez. Pero seguí con ello. Un plan de lo más infalible como todos los míos.

Terminamos de beber nuestras cervezas cuando ya eran casi las cinco de la mañana y los rayos del sol estaban comenzando a verse desde la distancia. Algunas personas estaban corriendo por la playa, madrugadores insensatos según mi perspectiva porque era navidad y no se debía hacer ejercicio en tal fecha. Pero eso fue lo que nos llevó a irnos. Podían las cosas volverse un poco locas.

Nos besamos mucho.

En todo lo que fue la madrugada mientras hablábamos nos besábamos, así, como si nada. Y fue súper raro, pero a la vez no tanto. Sobre todo cuando las cosas se ponían calientes de la temperatura del centro de la tierra y era cuando nos deteníamos. Ser encarcelados por conducta sexual no estaba en mis planes, mucho menos en mi ciudad donde la noticia correría y seríamos atosigados de por vida.

Se me hacía un extraño este trato. Pero yo como que no pude negarme, sobre todo cuando me acordaba de la manera en que las cosas fueron en mi departamento. Y mi cuerpo quería eso otra vez, deseaba. La ducha sería interesante el día de hoy.

Pero no podíamos volvernos locos.

Teníamos reglas. Unas muy diferentes a las firmadas aquel día de nuestro baile, pero que se llevaron a cabo en el mismo sitio y en las mismas circunstancias, pero un acuerdo totalmente distinto. ¿Cómo de no tener sexo pasamos a una regla que dice "esto es solo sexo"? nunca lo sabría, pero ya estábamos en este barco.

Esperaba no arrepentirme de ello.

1) Solo sería sexo.

2) Era un secreto.

3) No enamorarse

4) Y que por nada del mundo podía acabarse nuestra amistad.

Eran unas nuevas reglas que me dejaban cabezona. Esperaba que estas si lograran su cometido, porque las primeras las lanzamos por la boda sin pensar en nada más.

Llegamos a nuestra calle, no dijimos mucho en el camino, tal vez porque tuvimos una conversación bastante complicada hace rato. Ahora no sabía ni cómo mirarlo. ¿Cómo la gente se hacía "amigos con derechos" con tal facilidad? Yo sentía que esto no estaba siendo para nada sencillo. Pero el deseo estaba. Ahí, en cada rincón de los dos.

Nos detuvimos en medio de la casa. Nuestras casas una frente a la otra. Ambos nos miramos y sentí como me estaba poniendo colorada. Yo, yo, la mujer que no tenía ni un mínimo de vergüenza estaba ruborizándome como una niña casta y de un convento.