1) Los amigos no se celan.
2) Los amigos no se besan apasionadamente.
3) Los amigos no hacen el amor.
4) Los amigos no se enamoran entre ellos.
Esas eran las cuatro reglas que tenían Lucas y Chloe para que su amistad perdurara en el tiempo y ambos...
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Lucas:
Bueno, eso no salió como esperaba.
Se suponía que solo sería una canción que yo bailaría con Chloe. Ella me dijo que era su canción favorita y yo la escuché hacía unos días porque me pareció bonita. Tanto que me ahora me gustaba mucho. Y me la aprendí.
Aunque no se lo diría, porque era de sus coreanos.
Pero no quería reconocer la razón de que me la hubiese aprendido era otra. Una que tenía que ver más con la letra, una que se sentía muy parecida a la situación que yo estaba viviendo con Chloe.
No podía negarlo más, algo había cambiado entre nosotros, porque estuve a nada de besarla, a segundos de quitar toda distancia entre nosotros dos y poner mi boca sobre la de ella. Pero lo pensé bien y eso solo habría sido un problema.
Primero, porque ella seguía siendo mi mejor amiga, nunca hemos traspasado la barrera de la amistad y eso sería una catástrofe. Esta atracción tenía que acabar pronto porque yo no podía perderla. Y dos, porque estábamos en medio de la gente. Eso habría sido todo, hasta ahí llegaría nuestra tranquilidad. Nos harían preguntas y las explicaciones serían complicadas. Por lo que lo dejé como un vals de quinceañera y no algo más.
La cosa, el detalle, es que ahora yo estaba mirándole sonreír a Liam, una sonrisa hermosa y de la que él no perdía detalle. Lo que me hizo recordar que ellos dentro de un par de días tendrían una cita.
Joder.
Me acerqué a las bebidas y serví un buen trago de tequila en un shot mientras los veía bailar y riéndose de cualquier cosa que él estuviese contándole.
No quería aceptarlo, me negaba hacerlo, pero yo estaba celoso. Más que celoso y me mentiría a sí mismo si dijese lo contrario.
Porque no me gustaba verla con él, no me gustaba la forma en que tocaba su cintura o cómo la tomaba de la mano. Me estaba matando aquí sin siquiera intentarlo, no entendía por qué me estaba pasando esto a mí.
Éramos amigos, demasiados cercanos y no por ello estaba enamorado. Pero parecía que mi cerebro está buscando una forma de matarse, porque así se sentía.
Me bebí un segundo trago y me dije que no debía molestarla, que era su cumpleaños, que ella debía de gozar y bailar su fiesta. Yo estaba decidido a cumplir eso. Tenía una misión y era que Chloe fuera feliz.
Sentí pasos a mi lado y me giré para encontrarme con Ava, la amiga de Chloe y mi cómplice en esta celebración. Le extendí un trago y ella lo aceptó.
—Hacen muy bonita pareja. —me caía bien la chica, pero que hablara justamente de eso no era como mi tema de conversación favorito—. ¿Por qué no se lo dices?
Eso encendió todas mis alarmas. —¿Decirle qué?
—Que te gusta. —quise que la tierra me tragase. ¿Cómo se había dado cuenta de algo así? Si yo ni siquiera lo había aceptado.