Capítulo 23

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Lucas

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Lucas

Chloe parecía sorprendida de verme, tal vez era un reflejo de mi cara o algo así, pero es que yo también me sentía así.

No tenía más que un par de horas que dejó mi casa, pero se sentía como una eternidad en este momento. Yo no entendía lo que ocurría, pero ella me afectaba más de lo que cualquier persona en el mundo lo había hecho.

—¿Instalándote en tu nueva habitación? —una sonrisa triste me respondió y en ese momento se me ocurrió una idea—. Vamos a hacer este cuarto más tuyo.

Me miró como si no entendiera. —No sé a qué te refieres.

Ahora que lo pensaba, eso sonó bastante sugerente. Es que yo soy un inepto. —Vamos a decorarlo.

—Ah, sí, eso tiene sentido. —tenía que calmarme antes de hacer una locura, como recostarla sobre la pared y unir mi boca con la de ella—. No es necesario, me iré en un par de semanas y yo no paso casi tiempo aquí.

—Es necesario. Es tu casa. Tienes que sentirte como en ella el tiempo que estés. Así que vamos al Home Depot y nos daremos vida comprando.

—Gracias, Luke. —jugué con su cabello—. Vamos, necesito huir antes de que llegue el anticristo.

Me reí, ella no se daba cuenta que esa niña parecía una copia de ella. —Emma es dulce.

Puso sus manos en posición de rezar, con qué argumento me irá a salir ahora. —Claro, si la comparamos con el diablo. Aunque siento que él le tendría miedo, porque es insoportable.

—Eras así de niña.

Me miró indignada —Mamá dijo lo mismo, pero recuerdo que yo era dulce. Ella me cae igual de bien que una uña encarnada.

—No puedo contigo.

Se hizo la dramática. —Pero bótame, si tan mal te caigo cámbiame. Estoy segura que encontraré un lamebotas mejor.

—Yo creo que no vas a encontrar a alguien que te haga lo que yo.

Ambos nos miramos y el silencio incómodo se diseminó por todos lados. ¿Qué cagada acababa de decir? Es que yo donde me paraba, la cagaba.

Joder.

—Salgamos de aquí —dijo.

Me di cuenta que volvíamos a lo de meses atrás. Hacer de ver como si no pasaba nada, pero pasaba mucho. Demasiado y eran cosas que se comenzaban a salir de las manos. ¿De verdad podríamos volver a ser como antes? Porque yo como que comenzaba a verlo imposible.

Porque no podía dejar de imaginármela en cada momento de mi día. No podían sacar de mi mente la forma en que ambos lo hicimos. Su cuerpo desnudo lo tenía grabado en mis retinas. No había forma de sacarla de allí.

Pensé en la mañana, cuando desperté y no la sentí. Por un momento me llevó al instante en que me levanté en su departamento, solo como un estúpido, pero escuché su risa en la cocina y me calmé. No era fácil andar con ella ahora.

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