Capítulo 31

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Lucas

El lunes llegó con demasiada rapidez y yo quise más que nada quedarme dormido por las horas que no pude hacerlo la noche anterior. No porque hubiese pasado algo interesante, o bueno si pudiera contarse el insomnio como una cosa de estudio.

Aunque era casi psicólogo, lo que era posible que sí.

Se me había hecho imposible dormir pese a que estaba cansado, pero mi cerebro estaba más que despierto pensando en un montón de sandeces no propias de mí. Por lo que me metí en la habitación que usaba como gimnasio y empecé a golpear el saco que tenía allí para ver si el sueño me vencía.

No pasó.

Sabía que la razón se encontraba en su casa, seguramente cómoda y dormida. La mujer que vivía sin pagar alquiler en mi cabeza. Ella me hacía perder la paciencia, pero también me tenía hecho un adolescente lleno de hormonas. La deseaba mucho y quería tenerla en mi cama.

Esa era toda la explicación.

Pero con una fuerza que no sabía si admirarla u odiarla, dijo que debíamos tomarlo con calma. Lo que tenía lógica, porque bueno, no habría dormido ni cinco minutos si se hubiese quedado conmigo. Pero al menos habría valido la pena la noche sin descanso.

Esperaba verla hoy fresca como una lechuga, ya que, si nos hizo pasar ese sufrimiento a los dos en vano, no le dejaría opción la próxima vez, porque jugaría todas mi cartas para convencerla. No me iba a quedar con mi mano. Lo siento mucho.

Yo lo comprendí, estaba asustada como el infierno de lo que nosotros estábamos haciendo.

Sorpresa, sorpresa. Éramos dos.

Llegué a la universidad y estacioné en mi sitio de siempre. Se sentía raro volver luego de las vacaciones, como que me acostumbré a la tranquilidad de Gulf Shore. Y ahora también había otro motivo por el cual yo me sentía de esa forma.

El último día de clase fue el día en que lo hice con Chloe.

Genial, buena manera de empezar el día con una erección.

No sabía qué me pasaba, pero yo nunca había sido este chico que solo pensaba en sexo. Está bien, en mi adolescencia me gustaba, lo admito, pude ganarme una ETS si no fuera por mi padrastro que siempre me orientó. Pero también pensaba en otras cosas, el taekwondo, lacrosse y las mil actividades que tenía en el día y que no sabía cómo hacía, si ahora solo con la universidad ya no valía ni medio centavo.

Pero bueno, eso no era lo que quería decir.

Yo había pasado por mis cuantas camas -y asientos traseros de autos- cuando estaba en la cúspide de mi descubrimiento sexual. Pero nunca me había sentido tan al borde como ahora que estaba deseando como un desquiciado a mi mejor amiga.

Joder.

Al final bajé de mi camioneta con todo mi mal humor en pleno auge. El día iba pintando ser una completa mierda y no podía hacer nada para cambiarlo. Solo ver clases y aprovechar que esto era lo último antes de embarcarme en lo más jodido que era la propia carrera de medicina.

Llegué a Psiquiatría clínica y me senté en un asiento al final del salón. Saqué mi tableta y me quedé ahí mirando lo que se suponía que sería mi primera clase. Sabía que debía salir bien, porque mi entrada a Harvard tenía que ver con esto.

Pero mi mente no dejaba de irse a otros derroteros que no me dejaban en ningún instante. Estaba cansado y con un poco de mal humor por el sueño que no tuve la noche anterior. Mi corazón sintiéndose raro.

Solo amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora