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León despierta con la cálida lamida de los rayos del sol y la modorra le hace no abrir los ojos, queriendo quedarse más rato en la cama. Rueda en ella, buscando el protector abrazo de Harry, pero encuentra solo sábanas frías. Aguza el oído, confirmando sus sospechas cuando escucha rugidos de grandes lobos desde el jardín. Se levanta con pereza y el estómago le ruge, así que decide que saldrá a por algo de comer, no sin antes vestirse. Ve su prenda de anoche en el suelo, pero esa opción queda descartada, jamás la llevaría fuera del dormitorio. Para estar fresco y queriendo probar una prenda igual de cómoda, acaba por coger un blusón blanco de media manga que le vale de vestido. Sale de la habitación frotándose los ojos y lo primeros que se encuentra tal cual es un animado castaño que lo bombardea a preguntas.

—¿Estás bien? ¿Sabes cómo han castigado a los alfas que te molestaron anoche? ¡Oye! ¿Vas a por el desayuno? Patrullar solo es aburrido ¿Puedo acompañarte?

—Esto... —León dice confuso, dando después un gigantesco bostezo. —Nath —le sonríe, reconociéndolo con un poco de retardo. —, sí, claro ¿Querrías desayunar conmigo en la cocina?

—Mi descanso es en cinco minutos, así que perfecto ¡Oh! Por cierto, el príncipe me ha dicho que te comunique que hoy no necesitas entrenar, ha dicho que debes guardar fueras para la noche, supongo que eso es una insinuación sexual. —ríe descaradamente, codeando a León.

El omega enrojece, pero no por el comentario del guardia, sino porque él sabe a lo que Harry se refiere.

<<El rapto>>

—Gracias por defenderme el otro día, veo que pasaste tu examen ¿Fue difícil? —pregunta León con tono suave y logrando cambiar de tema.

El alfa sonríe con altanería.

—Podría haberlo aprobado hasta con los ojos cerrados y una mano vendada. Ah, Kajat debe estar rabioso de tanto verme en palacio de ahora en adelante. —el hombre saca la lengua en un gesto pueril y León le sonríe en respuesta.

—Yo creo que le agradas. —responde para animarlo, pero el alfa no parecía decaído ya de primeras, así que cuando escucha al chico decirle eso rompe a reír.

—¡Tú y todo el mundo! Ese fanfarrón me ama ¿No es evidente? Cuando estemos en la guerra juntos apuesto que siempre está asegurándose de que sigo vivo. —dice con jovialidad, paseándose por palacio como si llevase trabajando ahí años.

—¿Todavía no has ido a la guerra? —pregunta el omega, cayendo en la cuenta de que es uno de los soldados más jóvenes que ha visto y de que si ha aprobado ese examen posiblemente no es solo para ir a palacio, sino a las batallas. El hombre niega, confiado. —Yo me estremezco solo de pensarlo.

—Y yo, pero de emoción. —responde con la voz más baja. León lo mira con sorpresa, pero él le reprende antes de que pueda acusarle de nada. —No creas que soy un idiota que no valora la vida humana o que cree que las guerras son divertidas, sé la desolación que dejan a su paso, pero quiero vengarme. Supongo que es un poco infantil, pero querría morir en el campo de batalla sabiendo que he honrado a mi familia.

—¿Murieron en la guerra? —dice el otro con tacto y un hilillo de voz. Nath no parece turbado por su pregunta, actúa siempre tan sonriente, tan sarcástico y lozano, pero si quiere morir por venganza significa que no toma las cosas tan a la ligera. El alfa asiente con una sonrisa tristona en sus labios y León frunce el ceño. —Mi familia también murió, ya lo sabrás, por los Kez, pero no creo que morir en la guerra sea la mejor opción.

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