44

8.6K 1.3K 614
                                    

Esta historia está a la venta en Amazon en todos los países, así que si queréis apoyarme, no esperar a las actualizaciones u obtener los capítulos extras solo disponibles en la versión de pago, podéis comprar este libro en físico o en ebook, que es mucho más barato (menos de 5 dólares) ^^

Al volver con Chenli de comprar León se siente culpable, no puede sacarse de la cabeza la gigantesca bolsa de monedas que la niña ha pagado por la ropa como si nada, tan siquiera entiende como la beta ha tenido fuerza suficiente para alzar tanto oro con una mano. Intenta desinhibirse, pensando que la noche se acerca y que por fin verá a Harry.

<<Y cuando lo vea tendré que decidir si me corteja o no>>

León traga saliva, se despide casi con apatía de su amiga y aprieta el vestido negro en sus puños mientras va hacia la habitación. Se cruza con Lendra en el camino, que lo para poniendo su manos amablemente en su hombro, pero no le sonríe.

—¿Pasa algo? —pregunta el chico con preocupación.

—No es nada grave, pequeño ¿Estás bien? ¿Has tenido un buen día? —pregunta con un tono gentil en el casi puede oír resonar la voz de su madre. Lendra es una alfa, su aroma, sus proporciones y hasta la forma en que anda lo demuestran, pero León nunca pensó que una alfa podría ser suave.

—Chenli me ha llevado de compras, no suelo salir mucho, así que ha sido emocionante. —responde León con media sonrisa, todavía extrañado.

—Me alegro —le responde, acariciando la mejilla del omega. —Cariño, eres un hombre muy dulce, se te nota, pero todos hemos visto la mejilla del príncipe. Sé que tú no querías deshonrarlo seguro, pero intenta controlarte ¿Si? —dice ella apretando los labios y tensando una de sus comisuras.

León se tapa la boca por la sorpresa y se siente horrible de pronto.

—Lo hice sin querer, no es escusa, lo sé, me gustaría disculparme con el consejo si ha sido tomado como una ofensa, yo...

Lendra hace un además despreocupado.

—Solo sé más cuidadoso... No tienes por qué disculparte con nadie, es Harry quien debe decidir si él quiere o no una disculpa, y viéndoos yo creo que no le hace falta. —comenta con dulzura, acariciando la mejilla de León para calmarlo.

—De acuerdo... ¿Sabes dónde está Harry ahora? —León quiere esconder su nerviosismo, pero tan pronto pronuncia el nombre del alfa nota su cuerpo desprender feromonas reveladoras.

—Él se ha quedado redactando una carta con su hermano, seguro que en unos minutos termina ¿Quieres venir a la cocina? Los sirvientes han recogido frutillas y yo voy a robar unas cuantas.

León le sonríe amablemente, pero niega.

—No tengo apetito, gracias. —dice antes de hacer una pequeña reverencia para despedirse.

León se siente terriblemente culpable por lo que le ha hecho a Harry y por lo que significa. La noche anterior sintió que el estómago se le hundía al verle la sangre en su mejilla; el alfa ni siquiera estaba haciendo nada mal y León no puede evitar pensar que hay algo mal en él, que está roto. Pero lo peor no es pensar en el dolor de ser rasguñado a traición, porque sabe que el príncipe sana rápido y no le guarda rencor, lo peor es pensar que todos en el castillo le han tenido que ver así. Un príncipe llevando una herida no de guerra, sino de un mero criado rebelde, un criado que se va de rositas después de algo así. Harry debe haber quedado ridículo por su culpa, lo ha humillado.

Cuando sube por las escaleras se lleva una mano a la tripa. La imagen de Harry sonrojado, apartando la mirada con vergüenza, mientras tiene que contar que su siervo le hizo eso y no le castigó hace que se le revuelvan los adentros. Al poco rato está ya en el pasillo que lleva a su habitación; lo recorre con la mirada agachada, el vestido arrugado en sus puños y la postura un poco encorvada. Quiere hacerse un ovillo en el suelo y llorar, hacerse pequeñito, derramarse por el suelo hasta no ser más que un charco de lágrimas. Los guardias que custodian las puertas le lanzan miradas incriminatorias y el pasillo se le antoja increíblemente estrecho. De pronto tiene prisas por llegar a la habitación de Harry, pero cada vez le parece que está más y más lejos y sus piernas temblorosas se niegan a cooperar. Suelta una exclamación corta cuando una alfa le pone una mano sobre el hombro.

Garras de omega [EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora