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El alfa pasa a la sala, sorprendiéndose al ver que todos están ya reunidos y que el silencio que se ha formado al entrar él todavía contiene los ecos de una conversación que no ha oído. Él preside la mesa, pero se siente que sobra, como si las miradas de todos los demás sobre él contuviesen una complicidad que no comprende, que lo excluye. Lo miran con lástima... y algo más.

Gandel carraspea, indicando que será él quien hable primero.

—Harry, debes ocupar el lugar de tu padre como rey para evitar que este imperio quede desamparado y se desmorone. Es tu deber reinar, pero es imposible que te podamos proclamar rey a menos que te cases. —dice en tono solemne, dejando una pequeña pausa. Cuando Harry asiente comprensivamente continúa. —Necesitas buscar con urgencia un consorte, si te subes al trono tú solo no solo estarás desafiando la voluntad de los dioses, sino mostrando que este imperio está incompleto y eso alentará a otros a hacer la guerra contra nosotros tratando de hacerte caer porque eres joven, sin descendencia y eres un rey novicio. No puedes casarte con la heredera de los Herr porque ya está comprometida, tampoco con la de Vento porque seguimos teniendo sospechas respecto a los lobos rojos, solo queda Lady María. Los demás territorios son demasiado pequeños y débiles. Harry espero que comprendas que esto por el bien d-

—¡¿Qué?! —exclama el príncipe con su voz quebrándose por la sorpresa. Mira a los demás, encontrándose solo con rostros serios. —Eso es una locura, Gandel. Sabes que desprecio ¡Que despreciamos! A los Kez. Padre siempre ha dicho... siempre dijo que lo primero era el corazón y la manada, no puedo casarme con ella, iría en contra de nuestros principios, de los principios que él me ha enseñado.

—¡Y padre está muerto ahora, Harry! —replica Gerard golpeando la mesa con el puño, su cara se pone roja de la ira y aunque parezca que va a seguir gritando se contiene y habla más calmado, pero con desprecio. —Él tenía la cabeza llena de pájaros y sus errores le condujeron a la tumba, no sigas sus pasos porque nos llevarás a todos a la perdición.

—Lo sentimos, Harry... —interviene Lendra, usando un tono maternal y tranquilizador que no logra aplacar a nadie. —pero sin el rey es necesario que tú te cases. No hay más opciones que Lady María.

—¿Y si me caso con alguien más? ¿Y si sí hay más opciones? —pregunta firmemente, logrando sorprender a todos, menos a Kajat y a su hermano, que luce increíblemente irritado.

—Pero... ¿Con quién? —pregunta Roger entonces, con una nota de esperanza en su voz.

—Por los santísimos dioses —se queja Gerard, sosteniéndose el puente de la nariz. —¿Estás pensando en ese maldito omega? En... en el extranjero.

—Le amo. —pelea Harry, sin gritar ni alterarse, mostrando un porte duro, pero contenido. Sin embargo, no logra la respuesta deseada y su hermano farfulla de nuevo.

—Y el amor no salvará un reino ¡Y mucho menos el amor por un omega a medias! —escupe Gerard, haciendo que la sangre de Harry hierva de ira.

—Esto no es un cuento de hadas, Harry... —quien interviene ahora es Hermalias. Lo mira con su único ojo y aprieta en un puño la mano que no tiene vendada —¿Qué hará ese omega criado entre flores en una guerra? ¿Dirigirá bien el castillo? ¿Defenderá a tus cachorros a muerte como lo hizo tu madre? ¡Si es capaz de darte cachorros antes, claro! Necesitas a un omega fuerte, criado en la política y la guerra, un omega capaz de mandar en todo un reino durante meses, de gestionar sabiamente los alimentos entre pueblerinos muertos de hambre por la guerra, un omega capaz de tomar el trono asumiendo, si un día no vuelves, que has muerto y que él es el rey ahora. —la alfa suspira, sonando de repente más compasiva y triste —Ese omega es dulce sin duda y no me sorprende que te hayas enamorado de él, Harry, pero no es capaz de ser un rey. Es solo un pobre cachorro al que hallaron perdido en un bosque, él es un huérfano desamparado que sin su alfa se echaría a llorar y no sabría tener la entereza suficiente para tomar decisiones militares, ordenar ejecuciones, evitar una guerra civil o luchar si el castillo es asaltado. Entiéndelo, cariño, que lo ames no es suficiente.

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