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León se acostumbra rápido a la vida en palacio. Pasan dos semanas en que Harry es todo cariñitos y miradas que el chico no sabe descifrar. Se suelta un poco con él, le enseña alguna cosa sobre su pueblo y hacen bromas. En la alcoba del príncipe no siente que Harry sea uno, ni él un siervo, se siente como dos adolescentes tonteando dentro de una casita de verano.

En ese tiempo los niños de apegan mucho a él, menos la joven beta, que siempre está desganada y le habla un par de veces contándole que se siente aburrida por la falta de amigos. Le dice que le gustaría haber nacido hija de pastores y Hermalias le grita después. Roger está incómodo durante la escena, pero no dice nada y León es mandado a irse. No habla mucho más con la chica, pero sí con los cachorros, que lo llevan constantemente a jugar al jardín, que León ya sabe de memoria de tanto perder a las escondidas. Paola y Lendra lo llevan de compras al mercado un día y León está tan atento a lo hermosa y rica que luce la gran cuidad que apenas puede escoger los alimentos, hasta que las chicas le dicen que eso es lo que comerá Harry y él se concentra tanto que se ríen hasta los criados que los acompañan.

Tras esas dos semanas pasa una más, larga y aburrida, en que Harry viaja a Vento. Él pregunta por qué y el príncipe le da una caricia en la mejilla y le dice que para recoger a más de sus tropas, ya que la zozobra ante la inusual actividad de los lobos dorados aumenta. Le dice que no es nada, pero León sabe que un príncipe no pasa ocho días en caballo para ir a buscar refuerzos militares por nada.

Esa semana en que no tiene tareas el mismo rey le dice que Harry ha dejado para él encomendado que limpie su habitación y alise sus sábanas con las manos porque le gusta el olor que deja en ellas. León muere de vergüenza y el rey Towen le agrade por ayudar a su hijo a relajarse <<¿Sabes?>> le dice <<A veces me da tantísimo miedo que por ser rey mi hijo vaya a tener que perder sus años de florecimiento en batallas y enfrascado en preocupaciones económicas y militares. Tu presencia le hace bien, está más relajado, sonríe más y aunque tiene más pajarillos en la cabeza de lo común, eso le ha ayudado a centrarse más en el trabajo. Ya sabes lo que dicen, ningún alfa reina bien sin un omega que le aguante la corona.>>

Las palabras del rey le vienen a la mente constantemente y le hacen sentir reconfortado, pero le preocupan al mismo tiempo. Él no puede ser el omega que acompañe a un rey, su estatus, su lugar de nacimiento y su raza son tres grandes impedimentos que lo hacen menos que indigno como para estar al lado del trono. Lo amaría, claro está, pero prefiere no hacerse ilusiones tan surrealistas.

Para sobrellevar la ida de Harry Paola y él salen mucho a pasear y recoger flores y la mujer le recomienda que ponga algunas por la habitación de Harry para sorprenderle. El chico pasa un día entero escogiendo las flores más bonitas y luego decidiendo donde irán. Una sobre la almohada, otra sobre el cofre, el tocador y finalmente toma la que le sobra, color amarillo chillón, y se la pone sobre la oreja. Los sirvientes, después de que León les vaya detrás cual cachorrillo pidiéndoles que les deje ayudar y torturados por la culpa del omega, le enseñan a limpiar y cocinar y le piden ayuda de vez en cuando.

El octavo día llega. León se baña en la habitación de Harry, se pone su típica toga blanca hasta la cintura, su cordelito dorado, los zaragüelles holgados que le llegan a las rodillas y la florecita tras la oreja. En el tiempo que ha pasado con Harry su cabello ha había crecido hasta los hombros y durante su ausencia le roza ya las clavículas, así que se mira frente al espejo, recuerda los pasos que los dedos de su madre seguían, y se recoge todo el cabello en una trenza de espiga que le queda adorable.

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