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Al llegar la mañana el omega es el primero en despertar. Tan pronto abre los ojos mira la mejilla izquierda de Harry, comprobando que los arañazos no han sido una simple pesadilla. Apenado, se levanta con tal de traerle el desayuno a Harry y al hacerlo nota su cuerpo lleno de agujetas. Espera no tener que entrenar con Kajat hoy. De camino a la habitación de León se encuentra con Sanha y Shin, quienes le jalonean del pantalón.

—¿Qué llevas? —preguntan a coro.

León intenta no tropezar con los revoltosos niños y baja un poco la bandeja.

—Gachas con frutos secos y huevos revueltos con zumo para el príncipe y fruta con pan para mí ¿Vosotros habéis desayunado?

El cachorro rubito asiente con fervor, orgullosamente y el otro se cruza de brazos y lo señala con el dedo mientras chilla:

—¡Me ha robado dos uvas del desayuno!

León ríe y va a darle una regañina al niño, cuando de repente este lo mira embobado y pregunta:

—¿El príncipe es tu novio?

—Mamá siempre le lleva comida a papá cuando está triste —añade el azabache, apoyando las sospechas del otro niño.

—Uhm... Harry y yo somos muy buenos amigos ¡Como vosotros! —habla tal cual se le ocurren las ideas, tratando de no decir nada que se le pueda escapar a los niños frente a sus padres, especialmente frente a Hermalias.

—¿Nosotros somos novios? —pregunta Sanha señalando a Shin, quien luce sorprendido y se tapa la boca.

—¡No, no quiero decir eso! Quiero decir que el príncipe es amable conmigo, nada más ¿Si?

Los chicos no parecen entenderle demasiado, pero tampoco luce como si les importase demasiado. En un instante se olvidan de la conversación, roban cada uno una fresa del desayuno de León y se marchan corriendo y haciéndole carotas al omega, que solo suspira aliviado y se dirige a los aposentos del heredero. Al entrar ve a Harry sentado en el escritorio frente al balcón, tan enfrascado en unos papeles que no repara en su presencia. El omega se acerca en silencio, no quiere molestar, deja su desayuno en el cofre al lado de la cama y el de Harry a un lado de la amplia mesa.

—Huele delicioso —comenta el alfa bajando su pluma un momento para poner su mano en la nuca del chico y atraerlo. Le da un beso en los labios, un beso largo y cándido. —¿Has dormido bien?

—Me he desvelado —León dice con timidez, no quiere ser una molestia y prefiere retirarse y comer en la cama, pero Harry empuja su silla para separarla de la mesa y palmea una de sus piernas. León se sienta de lado sobre su regazo y pasa la vista sobre la enorme montaña de papeles, el tintero y la cera para sellos —¿Estás escribiendo cartas en nombre del rey? —él asiente.

—Y me queda para rato... —se lamenta —, pero si me esmero mucho hoy tendré más tiempo el resto de la semana.

—Entonces no quiero moles-

Harry lo besa en los labios de nuevo, sin apenas moverlos, solo presionándolos contra la boca rosada de León y sonriendo por lo cálida que es la cercanía de sus pieles. León le da otro pequeño beso en respuesta y Harry le sonríe, besa sus clavículas y después su cuello, en esa peca que tanto le gusta.

—León, querría empezar a cortejarte. —suelta de la nada, mirándolo con los ojos brillantes y esa sonrisa con hoyuelos que hace a León perder la cordura.

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