70 (parte 1)

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—Estoy tan nervioso, oh, mi rey, estoy realmente nervioso... —murmura León entre susurros. En la enfermería del piso bajo sería raro que alguien los oyese, pero aun así el omega musita sus palabras, condensándolas entre su boca y la de Harry, formando ese ambiente de secretismo que hace que su acto clandestino parezca más prohibido aún.

—¿A dónde ha ido toda la picaría del otro día, lobito blanco? ¿Te ha comido la lengua el príncipe? —se burla Harry, poniéndose en pie para besar a León más profundamente, desde arriba, y luego subir a la amplia camilla con él. Las sábanas se arrugan cuando León las aprieta entre sus puños.

—Además de marcarme, me harás tuyo ¿Verdad? —pregunta León con una leve sonrisa, pero sus labios y palabras tiemblan con un tinte de miedo. Harry le acaricia la cara y dice:

—¿Lo deseas, mi omega? ¿Me deseas? —pregunta Harry dejando que sus bocas húmedas se rocen, León abre la suya, bordea los belfos con la lengua, dirigiéndose a un beso que Harry le quita retirándose un poco. —Dilo —le sonríe, con esos arrogantes hoyuelos y ese cabello rizado hermoso que lo hace lucir como un dios que ama ver a sus adoradores arrodillarse, pedir.

—Te deseo, Harry, mi príncipe, mi alfa. Deseo que me folles aquí y ahora, en una jodida enfermería donde la mitad del palacio cree que me estoy muriendo, quiero que me folles mientras Lady María duerme tranquila pensando que te vas a casar mañana con ella. Quiero que me folles y me muerdas tan jodidamente profundo que todos los que están en contra de nuestra unión se despierten cuando huelan la sangre de mi cuello en tu boca. Quiero hacer esto, hacer algo malo, profano, quiero ser un pequeño lobo egoísta que hace unos meses era un vagabundo y ahora se está follando al futuro rey para robárselo a una marquesa. ¿Es eso suficiente o quiere que siga, su majestad?

A Harry se le borra la sonrisa para formar una tierna mueca de perplejidad que pronto retorna a la sonrisa de antes. León se lame los labios antes de que su amante le bese de nuevo y en medio del tierno beso Harry le tira del pelo hacia atrás, con fuerza. León gime en su boca, el príncipe le muerde la lengua, besa su cuello y expuesto y susurra en su oído:

—Veamos, León, veamos si eres todo palabras sucias o si tu cuerpo realmente es capaz de soportar que te deje con las piernas temblando por días. —el omega gime de nuevo, sin necesidad de ser tocado, y Harry ya puede oler el lubricante. Saber que ha mojado al chico con solo palabras le hace sentir orgulloso. —¿Quieres ponerte de rodillas delante de tu príncipe, lobito blanco? ¿Quieres servirme bien?

León, ansioso como si se ahogase, asiente y baja de la cama con sus miembros temblando. Harry ríe y lo ayuda a tenerse en pie y luego bajar, viendo que tropezará por ir con tremendas prisas. León es un novato, pero uno apasionado sin duda alguna. El omega se pone de rodillas, tira su larga melena hacia su espalda y su amante se apoya una poco en la camilla, abriendo levemente sus piernas para que el chico se ponga entre ellas. Antes de poder bajar sus pantalones, se halla con que León ha desanudado el cordel de su cintura prestamente y está empezando a desnudarlo. Le baja toda la ropa hasta los tobillos, dejando que su enorme polla bote fuera de los pantalones y se alce, dura y larga, hasta rozar el ombligo de Harry. Este se sostiene su propio eje, dejándolo alineado con la rosada boca de su amante. León no hesita ni un momento, manotea los dedos de Harry para ser él quien sostenga la venosa base y acto seguido mete cuanto puede en su boca. Saliva muchísimo, haciendo que su cavidad se sienta cálida, humecta y agradable, lo cual deja al príncipe con la duda de cómo se deberá sentir su estrecha virginidad cuando esté dentro de ella. Solo con recordar cuando metió sus dedos y el cuerpo del chico los apretó hasta ponerlos blancos su polla se estremece y le hormiguea el cuerpo hasta las puntas de los pies.

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