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León está temblando. Hace calor y el vapor de agua le lame la cara empapada en sudor, pero está temblando de todos modos. Harry le ha pedido que se adelante mientras él va a dejar su espada y la de Kajat en la sala de armas. Le ha dicho que los criados han puesto agua limpia en la tina, así que él debe ir preparando el baño para su amo.
León no sabe muy bien qué significa eso, pero ha doblado y dispuesto una toalla grande para el príncipe al lado de la bañera y está probando las diferentes líquidos aromáticos en el agua, para hacerla más agradable. Uno le da un tono rosado y aroma a miel, así que hecha un gran chorro sobre el agua y luego lo disuelve, removiéndolo con la mano y creando una gran capa espumosa. No está seguro de si debería hacer algo más, él nunca ha preparado un baño a nadie. Además, tampoco sabe si debería dejarlo preparado e irse o si debería quedarse hasta que el príncipe lo diga, pero si hace lo segundo ¿Cuándo le dejará marchar? Harry todavía no ha entrado, pero solo de pensar en él León siente la temperatura del lugar aumentar como si descendiese hasta el mismísimo infierno. Su omega se queja haciéndolo encogerse, frotar sus piernas y soltar ruiditos nerviosos.
León se estremece cuando la puerta cruje y ve a Harry entrar descamisado, como siempre, pero por alguna razón lo siente más desnudo. Quizá por la intimidad del lugar, la lúgubre luz que crea una atmósfera prohibida entre ambos o por el tenso silencio, propio de los labios de amantes que buscan besarse y no hablar. Harry cierra la puerta y el ruido de esta hace que León de un salto en su sitio y retroceda, encogiéndose contra la pared como si quisiese desaparecer. Harry cierra los ojos, lleva la cabeza hacia atrás mientras recoge su cabello entre los dedos e inspira largamente.
—Tan dulce... Veo que no solo hay miel en el aire ¿Estás nervioso? —pregunta con malicia, parándose frente al tocador y quitándose los anillos uno a uno.
—E-es que... —León se interrumpe solando un sonido ahogado. Su imaginación vuelve a ser víctima de esas imágenes de Harry en la bañera, rodeado de omegas y haciendo el agua chapotear. —es extraño... Quizá debería irme.
—O quizá deberías hacer caso a mis órdenes y quedarte aquí hasta que diga lo contrario ¿No? —sonríe mientras dice eso en tono grave y se acerca a él despacio, pero seguro.
—Sí, mi príncipe. —murmura el chico con un hilillo de voz, quedándose de repente frío cuando Harry empieza a toquetear su cinturón, jugando con el cierre. —A-aunque creo que no debería mirar hasta que usted esté... en el agua.
El cinturón cae al suelo con un sonido fuerte. León traga saliva, pero siente su garganta seca como si por ella pasase una piedra.
—Lobito blanco, puedes ver de mí lo que gustes, pero si tienes vergüenza —murmura, bajando su tono y acercándose cada vez más. Harry mete sus dedos dentro del pantalón, empezando a bajar la orilla de este, revelando que los bellos rizados y oscuros que bajan por su abdomen son más frondosos en la zona donde se peca. —, o miedo —susurra, la voz lo alcanza como una caricia y León se sostiene contra la pared, temiendo caer. —, o si simplemente no estás preparado, no voy a ordenarte que mires. No eres mi juguete, León, puedes apartar tu vista cuando quieras y si de verdad odias quedarte mientras me relajo dímelo y te dejaré marchar.
—S-sí, vale, yo... —León aparta el rostro, oye la tela deslizarse por las fuertes piernas y sabe que Harry está desnudo delante suyo, acercándose paso a paso. —yo... simplemente no miraré, mi señor.
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Garras de omega [EN AMAZON]
RomanceLeón es el último lobo blanco sobre la tierra, un omega que se oculta en el imperio de aquellos que extinguieron a su raza. Él aún no ha presentado, así que logra pasar desapercibido, pero cuando llega su primer celo él queda vulnerable y al descubi...