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Se para frente a la puerta y da un par de toques. Kajat le abre, tiene los ojos exorbitados, su cabello corto y negro desordenado y arañazos en los brazos. León traga saliva, no se atreve a hablar.

—Vale... —dice respirando con dificultad y mirando atrás un segundo —Vale, puedes pasar, Harry se ha calmado un poco. —le explica el coronel, acompañándolo dentro.

El alfa está en la cama, los puños apretados sobre el regazo y los ojos inyectados en sangre de tantísimo llorar. Tan pronto lo ve el alfa se levanta de golpe, Kajat hace retroceder a León y se pone entre ambos; el pequeño siente malestar en lo profundo de su estómago y deja ir un ruidito de temor.

—Kajat, no pasa nada, ya estoy tranquilo. —asegura el alfa con voz afónica.

León se fija en su alrededor, el cuadro de la habitación está roto, la cama movida, con las sábanas todas desparramadas por el suelo, hay un enorme arañazo de lobo en la pared y la puerta del armario tiene una bisagra salida. Lo único que parece intacto son las flores en agua. El coronel se aleja unos pasos de ambos, dejando que Harry se le acerque a León y lo abrace fuertemente. León le acaricia las mejillas y retira los cabellos castaños para recogerlos tras su oreja. Después se alarga hacia su alfa, ronronea y lame las lágrimas que le caen por las mejillas.

—Kajat, gracias por contenerme cuando he perdido el control, siento haberte hecho daño —murmura el príncipe, incapaz de mirar a su mejor amigo a los ojos. El pelinegro no le reclama nada, solo asiente con una leve reverencia. —¿Puedes avisar a todos de que convocaré una reunión del consejo urgente? Hay que averiguar qué diantres ha pasado.

—De acuerdo, pero es mejor que descanses primero, necesitas enfriar la cabeza antes de hacer una reunión.

—Sí, tienes razón —Harry aprieta más cerca al pequeño omega; este se estira hacia él para seguir lamiendo las lágrimas de su alfa, que no parecen detenerse. —, convócala en dos horas entonces. Es muy apresurado, pero no tenemos tiempo que perder ante un hecho como este.

El alfa se inclina respetuosamente, le da una mirada compasiva al pequeño omega y deja al príncipe a solas con él. León guía a Harry hasta la cama, donde se siente en su regazo y le sigue acariciando el pelo, el cuello y lamiendo su llanto.

—Mi amor ¿Cómo te encuentras? —pregunta León poniendo una mano en la frente de Harry. Su piel besada por el sol siempre está caliente, pero ahora la nota mucho más que nunca y eso le preocupa.

—Me siento como si me hubiesen golpeado por todos lados y, oh, Dioses, he hecho un destrozo en la habitación, lo lamento. —el hombre se derrumba sobre el hombro de León, como había hecho antes Roger, y se acerca a su fuerte de aroma, notando el desagradable olor a otro; aunque sean feromonas de omega lo que encuentra en León, le asquean enormemente y decide marcarlo con una larga lamida. —Padre estaba desfigurado, tan siquiera parecía humano. Cuando lo he visto he sentido tantísima rabia, quería vengarme, protegerlo. Quería tomar a quienes le habían hecho eso y torturarlos durante cada día de sus vidas, pero... solo estábamos padre, yo y Gerard. No estoy acostumbrado a esto, siempre que he visto un herido a sido en la batalla y he podido defenderlo y vengarlo, he podido rastrear al enemigo, matarlo y ahora... ahora solo tengo a padre medio muerto y ni una mínima pista de contra quien dirigir todo este odio. Y, sea quien sea, está lejos, lo suficiente para que sienta impotencia y toda mi ira me... me haga pensar cosas que... —el alfa se hecha a llorar sonoramente y aprieta a León con todas su fuerzas, como temiendo que se le perderá si lo suelta. —Por los dioses, cuando te me has acercado he sentido tantísimas ganas de matarte, cariño, siento que me volveré loco.

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