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León está terriblemente avergonzado, no sabe cómo, ni cuando, pero mientras Harry le murmuraba palabras de consuelo y promesas imposibles, él se quedó dormido en la bañera. Lo sabe porque ha despertado ahora, vestido únicamente con ropa interior limpia, de color beige. La ropa interior son unas braccae sostenidas con un cordón ocre y son sorprendentemente cortas, le llegan a León hasta la mitad del muslo únicamente. Harry sale del baño, sorprendiendo al muchacho, y viste una prenda sencilla y fresca, como la suya, pero que le llega a las rodillas.

—L-lamento...

—No pasa nada —interrumpe Harry con firmeza. El chico de la cama se estremece y se tapa un poco con las sábanas, sin comprender por qué ahora está avergonzado si Harry lo ha visto desnudo antes. —, los omegas necesitáis descansar mucho después de las emociones intensas, es lo normal ¿Quieres que traiga algo de fruta?

León niega agradecidamente y se mira las manos, el alfa le ha limpiado hasta la tierra que tenía debajo de las uñas y ahora sus palmas se sienten mucho más suaves que antes. El príncipe se queda frente a la cama unos minutos, refregando furiosamente una toalla sobre su cabello húmedo, y al acabar la lanza a un lado y se tumba junto al chico. Lo abraza, poniéndolo de espaldas y en posición fetal para poder abarcarlo entero con su cuerpo y le susurra al oído:

—¿Estás mejor?

—Sí, no sé qué me ha pasado, ni por qué me he puesto tan emocional. —se lamenta. —En Kez conseguí estar en situaciones horribles sin derramar una lágrima, no sé qué me pasa hoy, no lo entiendo. —masculla frustrado, mirándose los dedos con extrañeza, como si no fuesen suyos.

—Es normal, tu celo debe estar próximo ¿No? Hace más de un mes que llegaste ya.

León lo mira pálido, con los labios blancos como la cal y el rostro descompuesto. Se había olvidado de que hace poco presentó y de que ahora cada mes le tocaría vivir el mismo infierno. Se abraza a sí mismo.

—No quiero tener mi celo... es horrible y duele.

—El médico de la corte te dará algo para sobrellevarlo. Él sabe muchísimo de omegas porque lo es. Tiene brebajes que evitan el embarazo ¡Si ese hombre puede parar la naturaleza, puede hacerlo todo! Además, a mí me ha dado su medicina del dolor cuando venía herido de guerra y funcionó muy bien, seguro que te alivia el celo. —El omega asiente con un gesto pueril y sorbe, Harry le acaricia el cabello que él mismo ha trenzado con torpeza y León se da cuenta del detalle. —Siento que la primera vez que te desnudas voluntariamente delante de un alfa haya terminado contigo llorando.

León hace un gesto con su mano derecha, quitándole importancia.

—Ha sido agradable, de verdad. Cuando tú me tocas no se parece nada a cuando me tocaron todos esos cerdos o cuando los lobos pardos tocaron a los omegas de mi pueblo. Me haces sentir seguro. —Harry sonríe, orgulloso como un chiquillo, y oculta el gesto en el cuello de León, regalándole un pequeño beso.

—Puede que en unos días deba marchar a Vento otra vez, León. —le avisa, con tono tristón.

—¿Qué? ¿Por qué? Ya has ido a por los soldados que necesitabas ¿No? ¡¿Ha pasado algo con los lobos rubios?! —León se yergue en la cama, pero Harry le pone las manos sobre el pecho, derrumbándolo bocarriba y colocándose encima como si fuese su amante.

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