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El lobo camina con grandes pasos entre pasillos laberínticos y León teme perderlo cuando gire una esquina. Por suerte, acaba llegando junto con él a las escaleras que lo conducen al salón de la planta principal, aunque con el aliento apurado. El gran salón le sorprende casi tanto como cuando lo vio por primera vez unas horas atrás. Los cuadros violentos, la alfombra roja, las paredes blancas y el trono dorado al fondo, vacío. Dos niños vestidos con ropas lujosas corren entre ellos dos, tropezándose en su apresurada carrera, y León sonríe al verlos. Deben ser hijos de nobles, parte de la manada real de Seth. Una mujer alfa, vestida elegantemente y con varios collares adorándole las marcadas clavículas y el raso escote, ve a Harry desde la otra punta de la sala y lo saluda moviendo sus dedos de uñas largas. Se acercan el uno al otro con una sonrisa pilla y la mujer mira de reojo al pequeño siervo que le pisa los talones al príncipe heredero. Tiene una cara con forma de corazón, y los labios de un color grisáceo azulado parecido al del cabello.

—Hola, hola, príncipe desaparecido —dice la mujer con una sonrisilla. —, te has saltado tu rato de jugar con los pequeños hoy, aunque no me extraña... —murmura mirando ahora al omega que se esconde tras su gran cuerpo. —Encantada —dice extendiendo la mano hacia el omega —, soy Lady Lendra, hermana del rey Towen y tía de tu amo Harry.

León corre a agarrarle la mano para no ser descortés, pero cuando nota que la suya está fría y sudada por los nervios en comparación al toque templado y suave de la alfa, se siente horriblemente avergonzado. Intenta sacudirle la mano con firmeza, pero la fuerza de la alfa lo deja en evidencia sin querer y él baja la cabeza.

—Mi nombre es León, señora.

—Oh, ya lo sé, llevo preguntando por ti media tarde ¡Un lobo blanco! Nunca creí que vería uno hasta morir e irme al cielo. —dice risueña.

—No irías al cielo —le dice Harry retadoramente, pero la mujer pone sus brazos en jarra y le responde.

—Si no me ganado el cielo aguantando a Paola y al cachorro hiperactivo que me ha dado ¡Que me quemen en el infierno!

Ambos ríen con fuerza y León, aunque no entiende demasiado, intenta sonreír para no quedarse fuera de la conversación.

—Paola es mi omega —le explica la mujer a León. —, y esa cosa que se revuelca por el suelo ahí a lo lejos —dice señalando al niño rubito que está jugando a las peleas con el otro, una vez lo ha atrapado. —, es nuestro hijo, Sanha. Todo un terremoto, cuando se dé cuenta de que eres un omega más pequeño de lo normal va a estar todo el día tirándote del pelo y mordisqueándote los dedos, ya verás.

León mira con ternura al niño y lo imagina haciéndole gamberradas. Se siente cálido en el pecho, hacía muchísimo que no veía a cachorros reír y disfrutar. En Kez los únicos que lograba ver mendigaban en la calle con un costillar más notorio que cualquier sonrisa.

—Suena divertido, me gustaría mucho conocer al pequeño Sanha. —dice León jugando con sus deditos.

—¿Y qué tal si lo conoces esta noche? Padre quiere que cenemos todos juntos y la familia está cotilleando todo el rato sobre ti, así que podrías acompañarnos en la cena de la manada real y contarnos un poco sobre ti.

Harry luce sorprendido y se le iluminan los ojos.

—Oh, eso sería una genial idea ¿Te parece bien o te sientes tímido, lobito blanco?

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