Rollo

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A Gyda no le gustaba la idea de huir

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A Gyda no le gustaba la idea de huir. Mejor dicho, a ninguno de ellos le agradaba la idea. Pero Ivar vendría en cuestión de minutos con su gran tropa y ellos tenían que dejar Kattegat y esconderse como ratas.

Cuando alzó su cabeza hacia el frente, un recuerdo vino a su mente al ver la choza abandonada en medio de un terreno solitario y abierto. Era la misma casa que habían usado para ocultarse de el conde Borg.

Caminó más lento por culpa de su herida en la pierna mientras los demás seguían el estrecho camino de tierra. Se vió a ella misma, años atrás con su madre y su hermano, reuniéndose con Ragnar y su tío Rollo para planear cómo tomar Kattegat de vuelta.

Ahora la escena se repetía una vez más y deseó tanto tenerlos a ambos para ayudarlos. Pero su tío peleó contra ellos, y Ragnar no estaba.

Gyda llenó su pecho de aire y lo dejó ir con brusquedad, atrayendo la atención de su hermano Björn. Él se colocó a su lado y pasó un brazo por su hombro, atrayéndola en un medio abrazo reconfortante. Tal vez él estaba recordando lo mismo.

En total silencio, dejaron sus pertenencias dentro de la choza y se repartieron tareas con pocas palabras. Gyda vió al obispo apoyarse contra la viga de madera que sostenía el techo de afuera, cruzó sus brazos y se quedó contemplando fijamente al gran lobo que se había recostado sin armadura puesta. Fenrir parecía una montaña oscura.

Mientras ella ayudaba a Torvi con la comida sobre la mesa exterior, observó pasar a Ubbe con su esposa Margrethe en estado maniático. La llevaba casi a rastas. Había oído que se había comportado extrañamente escalofriante con los hijos de Torvi y eso levantó sospecha de sus intenciones. Así que Ubbe la llevó al pequeño establo de cerdos y la encadenó allí. Ella, con el pelo despeinado, le gritó, lo llamó pero Ubbe tuvo que hacer caso omiso y se retiró con Björn para afilar sus armas.

—¿Por qué no te adelantas? ¿Aún tienes gente allí? —le preguntó Ubbe a Björn.
—No por mucho tiempo cuando Ivar descubra nuestros planes.
—¿En cuánto tiempo nos encontrarán sus espías? —preguntó Torvi junto a su hijo en el suelo.
—Unas cuantas semanas, si tenemos suerte.
—Me niego a aceptar que este sea el fin de mi historia —interrumpió Lagertha dándoles la espalda mientras permanecía recostada contra la pared rota de lo que quedaba de casa—. Ser capturada, humillada, y asesinada por Ivar. Yo valgo más que eso.
—No tenemos un ejército que lo pueda enfrentar. —Alzó la voz Björn.
—Debe haber algo que podamos hacer, un lugar adonde ir —opinó Ubbe, más calmado.
—¿Dónde? ¿Dónde, Ubbe? —inquirió Björn con enojo—. ¿Hacer qué? ¿Ir adónde? Ivar nos perseguirá hasta el fin del mundo.
—Podemos ir a Inglaterra —ofreció el obispo, de repente.

Gyda lo miró de inmediato y comenzó a negar con la cabeza. No pensaba tocar esas tierras nunca más. Ni tampoco abandonar a Fenrir.

—Donde nos matarán —dijo Björn con ironía.
—Tal vez —confirmó el obispo—. Pero no necesariamente. Yo intercederé por ustedes ante el rey Aethelwulf. Es casi seguro que les dará la bienvenida. Pero pedirá que peleen por él. Contra los daneses u otros vikingos invasores.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora