Atracción

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Cuando Fenrir despertó esa mañana, todos en la casa aún continuaban durmiendo, a excepción de Gyda, por supuesto

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Cuando Fenrir despertó esa mañana, todos en la casa aún continuaban durmiendo, a excepción de Gyda, por supuesto.  Sintió que se apartaba de su lado y tuvo que abrir los ojos con pesadez para ver que hacía. Los orbes oscuros la observaron casi con urgencia. Fenrir empujó su mano con el hocico para atraer su atención cuando los párpados de Gyda volvieron a cerrarse.

—Entiendo, entiendo.—susurró, comenzando a incorporarse con un largo bostezo.

Al ya estar de pie, antes de vestirse, se acercó hacia Fenrir para besarle la cabeza. Desenredó su cabello enmarañado con los dedos por falta de un cepillo y salió fuera de la casa en silencio.  

Fenrir contempló un instante el cielo despejado. Afuera el sol ya se encontraba en su punto más elevado con una mañana ligeramente fresca. Cerca de la casa, las personas deambulaban para hacer sus tareas y saludaron a Gyda mientras sus cautos ojos se mantenían fijos en Fenrir. A medida que avanzaba, la mayoría de ellos aún no se habían enterado del regreso de Fenrir y era evidente en sus rostros sorprendidos.

Los pasos apresurados de Fenrir sólo indicaron la urgencia de ir al bosque. Por lo que Gyda aceleró sus pies para seguirlo. Sin embargo, ya cerca de la casa de su padre, escuchó risas prominentes. Cómo si allí aún continuara el festín.

Gyda sentía curiosidad, pero continuó el camino de Fenrir rápidamente. No quería perderlo de vista de nuevo, y al parecer él tampoco cuando esperó por ella.

Cuando se adentraron al bosque, Fenrir se perdió entre los arboles. Gyda continuó caminando con menos prisa, contemplando por donde se había ido. Solían hacer esto tiempo atrás. Fenrir tenía necesidades y Gyda sólo esperaba por él en silencio. Pero en esta ocasión, en lo único que pensaba era en no volverlo a ver.

Con otro bostezo, se sentó en el césped y apoyó su espalda contra un árbol mientras se quedaba viendo al frente. Sobre los cantos de las aves se oían las pisadas de Fenrir cerca suyo. Al menos al principio. Miró hacia las copas de los arboles un momento y suspiró.

Pasó un buen rato cuando las primeras pisadas comenzaron a escucharse. Gyda se puso de pie inmediatamente, temiendo que fuera otro animal. Las pisadas iban más lento y algo parecía arrastrarse contra las ramas.

Fenrir apareció frente a ella con los dientes clavados en el cuello de un gran ciervo muerto.

—Vaya.

Miró a Fenrir arrastrar al animal en su dirección mientras ella volvía a sentarse en su lugar. Fenrir se recostó contra sus pies, trayéndose consigo a su presa, y dandole la espalda a Gyda, comenzó a comer del ciervo con ansias.

A la hora de volver al pueblo, Gyda se dirigió directamente hacia la gran casa. Cuando abrió las puertas de par en par para que Fenrir lograra pasar, vió a muchas de las sirvientas de Aslaug poner la comida sobre la mesa central. Ellas miraron con horror la sangre seca de la mandíbula de Fenrir y se apresuraron a continuar con su tarea.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora