Wessex

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Ya en tierra inglesa, los vikingos no tardaron en levantar un campamento  a la orilla del mar, y una vez asentados, continuaron trabajando bajo la lluvia. Gyda había notado cuán húmedo era el clima en aquel lugar, y se encontraba un poco disgustada al respecto, ya que sus dedos se pegaban y su cabello se había puesto imposible.

Bajo la carpa abierta que habían improvisado para escapar de la lluvia, Gyda dejó que su madre le acomodara el cabello en pequeñas y grandes trenzas para apaciguar la molestia. Mientras contemplaba a los demás arreglando los últimos detalles del campamento, Gyda se sintió extraña al no tener a Fenrir a su lado. Lo que la llevó a aquellos recuerdos cuando estaba obligada a no verlo. ¿Lo volvería a ver? ¿Habrá regresado al pueblo? Gyda solo suplicaba que nada malo sucediera en consecuencia con la cruda despedida.

—Nunca imaginé que el oeste sería tan húmedo.—dijo.

Gyda distinguió la figura del príncipe Erlendur dandole la espalda. Se mantenía en cuclillas mientras que parecía fijarse firmemente sobre alguien. Lagertha terminó con ella y ambas caminaron hacia la carpa en donde se encontraba su padre. Justo en ese preciso momento, el Rey Horik se presentó frente a él.

—¿Adónde va Torstein?—cuestionó.
Su padre bebió del cuerno.
—Lo envié a informar al Rey de nuestro regreso. —dijo sin más.
—¿Por qué?
Gyda vio el rostro sorprendido de su madre mientras se detenían bajo la carpa. Ella no sabía mucho de guerras ni estrategias, pero tenía entendido que uno no iba a avisarle al enemigo que llegaban.
—Para que él sepa que estamos aquí para hablar. —su padre mordió un trozo de pollo y miró a los demás con expectación.—No para pelear.

¿No iban a pelear? ¿Tendría que aliviarse? Todo se sentía denso al rededor. El rey reaccionó de inmediato y las demás personas no ocultaron su sorpresa. Al parecer su padre no lo había hablado con nadie.

—E hiciste eso sin consultármelo.—replicó el rey Horik.
—Pensé que los dos estarían de acuerdo.—Ragnar no se veía ni siquiera afectado.
—¿Por qué pensarías eso?
—Porque es una política sensible.

El rey se quedó en silencio y miró a Ragnar fijamente, su semblante ensombreciéndose.

—Bien, yo lo...—comenzó su padre, dando media vuelta sobre su asiento en busca de Torstein el hombre rubio que había enviado como mensajero. Gyda siguió el hilo de su mirada y no vio a nadie en el prado húmedo. —Desafortunadamente, es muy tarde para llamar a Torstein. —comentó él.

Gyda sabía que el tono de su padre era irónico y temía que eso aumentara el mal genio del rey. A veces su padre no pensaba antes de hablar.

—Debiste haberlo discutido con nosotros, el rey Horik tiene razón.—interrumpió Lagertha con enfado.
—Intentaré recordarlo para la próxima, conde Ingstad.—contestó su padre, pronunciando el falso nombre de su madre con sarcasmo.

Gyda rodó los ojos y se cruzó de brazos.

—No va a haber una próxima vez, Ragnar. —dijo el rey.—A menos que acuerdes que nunca jamás harás algo otra vez sin consultarlo conmigo antes. Porque tú y yo no somos iguales. Entonces, ¿qué propones ahora?

Hubo un breve silencio.

—Esperar.—respondió Ragnar, terminando de comer.

Aquella respuesta solo causó más irritación. Gyda lo miró con las cejas alzadas e intentó no bufar una risa.

—¿A qué?—preguntó su madre en un tono frío.
—Lo inesperado.
—Déjame decirte qué esperar, ¿si?—discutió el rey, quien se había sentado frente a su padre.—El rey Ecbert mandará a algún enviado para engañarnos, o enviará a un ejercito para aniquilarnos.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora