Sacrificio

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Hace mucho tiempo que no se había detenido en los mercados para curiosear

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Hace mucho tiempo que no se había detenido en los mercados para curiosear. La mañana en el pueblo de Kattegat estaba llenándose de más y más personas de todos lados. El cuerno no dejaba de sonar con cada visita. Lo que le estaba preocupado a su madre, ya que muchos tendrían un buen vistazo en lo que Kattegat se había convertido.
Pero por una vez, Gyda disfrutó del día rebosante de voces mientras contemplaba los condimentos que vendía una señora. Mantuvo una conversación amigable con ella y luego continuó avanzando por los demás puestos. A pesar de su interés, tampoco podía dejar de mirar a su alrededor para analizar a los nuevos invitados, quienes también paseaban por allí. En una de esas ocaciones, sus ojos se anclaron en una bella mujer de aspecto elegante y de mirada dulce y angelical. Debía ser una princesa, se dijo Gyda con fascinación. Pero se extrañó cuando la hermosa mujer se paralizó en un punto y Gyda vió por qué.

A pocos metros de la princesa, se encontraba el rey Harald y su hermano, apoyados contra una viga mientras la miraban murmurándose cosas entre ambos. Gyda se asombró por la admiración que brillaba en los ojos del rey, pero se dió cuenta rápidamente que la princesa solo había escapado de aquella mirada iluminada.

Como si su hermano Halfdan supiera que estaban siendo observados, giró sus ojos hacia donde estaba Gyda de pie y la atrapó observándolos. Ella se sintió avergonzada pero no dejó que él lo notara, por lo que sostuvo un segundo más su mirada salvaje y luego agachó la cabeza hacia el puesto que tenía delante. No conocía muy bien a Halfdan, parecía ser alguien reservado, observador como un halcón. El hombre podía llegar a ser intimidante, con aquel cabello rubio que solo tapaba uno de sus ojos, y esa mirada indescifrable. No era tan intimidante como su hermano Björn, pero todo lo que gritaba aquel hombre, era una advertencia.

Dejó el comercio y no tuvo que decirle a las personas que se hicieran a un lado, ellos ya se habían movido como un cardenal de peses. Mientras se dirigía hacia el camino principal que conducía hacia la gran casa, se encontró con el único hermano que no había visto aún. Hvitserk estaba allí, con una sonrisa animada, de expresión casi inocente, llevaba un ligero bigote y el cabello acaramelado trenzado desde la parte de atrás. Él estaba acompañado por Ubbe, y ambos habían estado contemplando a la multitud del puerto hasta que la vieron entre ella. La sonrisa de Hvitserk se borró y Gyda tuvo que tomar otro camino secundario para llegar a la gran casa.

Antes de que la celebración comenzara esa misma tarde, Gyda decidió ir a visitar a Fenrir en el bosque en compañía de tres de las escuderas a petición de su madre. El lobo, como siempre, estuvo feliz de verla e ignoró a las mujeres cuando empujó a Gyda juguetonamente sobre el césped. Ellas no podían creer que una criatura tan gigante y de aspecto peligroso se mostrara tan cariñoso con la joven Lothbrok. Pero al fin y al cabo, era igual que las escuderas. Luchaban, mataban, pero al mismo tiempo cuidaban a sus seres queridos.

Para la hora del festín la gente más importante de todo Escandinavia estaba disfrutando dentro del gran salón, con bebidas en sus manos, con risas bruscas y conversaciones de gloria y poder.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora