El enviado del Rey.

1.7K 173 12
                                    

No sabía a ciencia cierta si estaba delirando o realmente se encontraba yendo hacia el Valhalla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No sabía a ciencia cierta si estaba delirando o realmente se encontraba yendo hacia el Valhalla. Los aullidos de los lobos parecían llamarla mientras que Gyda intentaba ver más allá de aquel borrón que no hacía más que molestarla. Sus párpados se encontraban en un repetitivo cerrar y abrir de ojos, intentando desprenderse de aquella sensación de apoderamiento, como si alguien tirara de su alma haciendo así que su cuerpo siquiera pudiese moverse.

Ya no podía sentir si estaba en algo solido o si solo se encontraba flotando, ya no sentía nada. Lo único que podía distinguir eran las voces que se interponían con los aullidos.  Voces alteradas.

De pronto sintió que su cabeza pesaba hacia atrás. Las voces seguían allí, pero no podía encontrarles ningún significado. Dejó de luchar contra sus párpados cuando notó que todo en ella se relajaba y se dejaba ir a un sueño profundo. Las voces ya no se escucharon. Y los lobos acallaron sus aullidos.

Atendida por su familia, Gyda durmió en una camilla bajo la carpa de su padre hasta el día siguiente. Para cuando el sol salió resplandeciente esa mañana, Lagertha besó la frente de su hija con preocupación y caminó hacia los demás que se hallaban en la orilla del rio para despedirse de los fallecidos. Ragnar se alejó de todos una vez que los barcos llameantes se perdieron en la lejanía del rio. Caminó directamente hacia su hija y se sentó a su lado mientras sostenía su mano y comprobaba el vendaje de su herida.

En algún momento de aquella mañana, los oídos de Gyda parecieron despertar al mismo tiempo que su conciencia cuando oyó la voz. Silenciosas lagrimas brotaron de sus ojos cerrados y por primera vez volvió a sentir como sus mejillas se humedecían.

—Athelstan...—murmuró débilmente.

Su voz, que tanto había extrañado, continuaba hablando y Gyda se frustró cuando no pudo entender ni una sola palabra. Como si estuviera entre el cielo y la tierra. En un intento por despertar y hacer a sus músculos reaccionar, esforzó cada parte de ella para lograrlo, ya que se encontraba impaciente por comprobar si Athelstan estaba donde quiera que se encontraba ella. Lo único que recordaba era a su padre llevársela lejos del cuerpo de su tío Rollo.

Escuchó risas burlescas y se preocupó por él, ya que sabía que no era bien residido por los de su grupo. Tanto los del rey como los de su padre.

Cuando Gyda logró abrir los ojos, lo primero que vió fue la tela gastada de la carpa de su padre tapar el cielo. Parpadeó varias veces para aclararse y continuó esforzándose por incorporarse. No pudo evitar hacer una mueca de dolor en el instante en que se dobló y un punto de dolor se sintió en uno de sus costados. No le prestó atención ni siquiera a como iba vestida, tan solo tomó su herida como para aminorar su dolor y con un pie tomó impulso para incorporarse. El dolor volvió como si sus costillas quemaran pero le restó importancia cuando escuchó al rey Horik insultar a Athelstan cruelmente.

Gyda caminó tan deprisa como su herida le permitió mientras trataba de estabilizar su postura. Vió a la multitud reunida dentro y fuera del fuerte que habían construido con madera. Gyda era baja y no llegaba a ver entre los guerreros a Athelstan. Los de la última fila notaron su presencia y fue recibida con miradas sorprendidas y curiosas. Gyda los ignoró completamente sin detener su lenta caminata y vió la figura de su padre escuchar con atención sin intervenir en los ataques verbales hacia Athelstan. Pero Gyda no iba a permitir que siguieran insultándolo ya sea que tuviera que enfrentarse al rey.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora