Ella es mi madre.

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—Ella ve un salón más brillante que el sol cubierto con oro, en Gimlé. Allí deberán vivir los dioses de la inocencia y vivir por siempre  una vida de felicidad eterna. La verdad es que aquí ya no tenemos más poetas. Poetas que nos entretengan. Que nos canten. Que nos hagan reír. Recuerdo cuando este gran salón siempre estaba lleno de risas. De risas y compañerismo.

El conde Sigvard le echó una mirada significativa a su madre cuando terminó de decir lo último. Por lo que distinguía Gyda en los crudos ojos del conde, éste se veía furioso. La espalda de la joven se irguió cuando aquellos ojos se detuvieron sobre ella por un tiempo escalofriante. El conde Sigvard se atrevió a repasarla de arriba abajo con un interés que a Lagertha no le agradó en absoluto. Gyda prestó atención a su lado derecho por la esquina de su ojo y sabía claramente que Fenrir no estaba a su lado. Él se encontraba nuevamente en el bosque mientras que ella se sentía inofensiva.

—Lo puede ver en sus ojos. Mi esposa y mi hijastra regresando a mí. Eso es bueno. Se fueron sin mi permiso. Pero, como todos pueden ver, han regresado y las amo por ello. Después de todo, ¿que hombre no estaría encantado con el retorno de tal esposa? ¡Salud!

El conde Sigvard alzó su vaso sin quitarle la mirada de encima a su madre. Gyda contempló a todos con ojos alarmantes mientras todos los demás brindaban. Gyda y Lagertha también alzaron sus vasos. Gyda trató de no mostrar su mueca de asco ante la bebida.

—Salud, esposo. —dijo su madre.

El conde Sigvard la miró profundamente, su sonrisa falsa desvaneciéndose.

—Desafortunadamente, dejaste a mi hijastro.

Los dedos de Gyda se aferraron alrededor de su vaso lleno y miró sutilmente a su madre. Lagertha apartó la mirada del conde y se mantuvo contemplando la mesa. De pronto, la chica que Gyda tenía a su lado se levantó junto a su madre y se fueron al igual que todas las mujeres.

—Quería quedarse con su padre. —explicó su madre. —Es lo bastante mayor para decidir. ¿No es suficiente que yo haya vuelto?
—No, no es suficiente, mi querida esposa. Por supuesto no es suficiente. ¡Es un insulto para mí!

Gyda brincó en su asiento cuando el conde alzó su voz.

—¿Qué más podría haber hecho? Su padre es Ragnar Lothbrok. —discutió su madre.
El corazón de Gyda se detuvo por un momento cuando el conde se levantó de golpe y se acercó bruscamente hasta su madre. La ira enrojeciendo su rostro. La joven tragó saliva y tuvo ganas de llorar de impotencia. Quería saber defender a su madre. Pero estaba allí sentada en silencio, aferrándose a un vaso lleno de alcohol del malo. El conde Sigvard se volvió a sentar, mientras que su madre no había movido ni un músculo ante su arrebato.

—¿Quién es este Ragnar Lothbrok? Nada más que un fanfarrón, un oportunista. ¡Un hombre tan hinchado de sí mismo que pretende ser descendiente de Odín!

Esta vez, Gyda apretó los dientes al escuchar hablar de su parte tan respectivamente. Se atrevió a lanzarle una mirada fiera, una que nunca se había animado a usar con aquel hombre desagradable. Pero el conde estaba tan distraído con su madre, que no se percató de su furia. La situación empeoró cuando los demás hombres le siguieron la gracia a su conde. Gyda notó la mirada intensa que Lagertha le lanzaba a todos ellos.

—No necesita pretender nada.—defendió ella.

De pronto, el conde y su madre se levantaron bruscamente al mismo tiempo. Gyda dejó su vaso sin beber y se levantó también. Ambas a la defendida mientras que el conde se enfrentaba a su madre con una mirada de advertencia.  Gyda se percató de como el cuerpo del conde se tambaleaba levemente.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora