En compañia del rey.

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—¡Esperen!

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—¡Esperen!

Athelstan ya se encontraba con ellas para cuando el rey se aproximó. Lagertha se había sentado en la carroza y Athelstan mantenía su mano extendida hacia Gyda.
—Me gustaría caminar con Fenrir. Estaré atrás con los demás. 
Su madre no tuvo tiempo de hablar cuando el rey llegó hasta ellos. Sin miramientos, tomó asiento junto a su madre, cosa que no fue del agrado de Gyda.
Athelstan le dió un mirada confusa, pero ella sonrió hacia su madre y les dió la espalda.
—Vamos, Fenrir.
Tal vez estaba actuando como una niña caprichosa, pero estar con Athelstan no fue su mayor problema. Ahora que el rey Ecbert estaba con ellos, lo único que Gyda quería era estar alejada de él.
Detrás de la carroza había un considerable grupo de soldados. Gyda les dió una mirada desconfiada, tomando un puñado del pelo de Fenrir a medida que avanzaban hacia su gente. Por supuesto, los soldados no fueron indiferentes a su presencia. Algunos tuvieron el descaro de mirarla de arriba abajo.
Con una última mirada hacia la parte trasera, donde se encontraba su padre, su hermano y su tío, se volteó hacia adelante y espero las ordenes del rey para partir. No estaba segura de cuanto tenía que caminar, pero no detestaba la idea de hacerlo.
La carroza de su madre dió el primer avance y todos comenzaron a seguirla. Los que iban a luchar por Mercia tomaron el camino de la izquierda. Gyda sonrió a su padre sobre su hombro antes de avanzar con Fenrir junto a su pueblo. Rezó a los dioses para que traigan a su familia a salvo. 
Gyda caminó el extenso viaje detrás de los soldados del rey. No hubo conversación entre su pueblo a excepción de su madre, el rey Ecbert y Athelstan. Por la lejanía, no llegaba a escuchar con claridad.
La neblina atravesaba sus cuerpos y rodeaba el camino. Pero dejó de aparecer en cuanto el sol comenzó a ponerse en el punto más alto. Resaltando todo tipo de verdes.
Tiempo después, con las piernas ardiendo, Gyda se detuvo junto a los demás en cuanto el rey gritó algo en su lengua. Se apresuró hasta el carruaje y abrió sus ojos de par en par.
Habían hermosos montes boscosos en el horizonte y frente a ella se extendía un gigantesco campo solitario.
Ya de pie al lado de su madre, el rey continuó hablando.
—El rey Ecbert dice que esta tierra te pertenece, desde aquí hasta el horizonte.—dijo Athelstan.
Gyda lo observó con incredulidad. Era demasiado hermoso para ser verdad.
—Hay muchas granjas en esta tierra de las que puedes apoderarte. Quiere que vivamos en paz.
Gyda dirigió sus ojos hacia el rey, analizando su expresión amigable.
—Este es el futuro de todos nosotros.—prosiguió Athelstan con veneración.
Lagertha sonrió y miró el campo a sus pies. Se veía emocionada y esperanzada. Ella avanzó unos pasos más y Gyda la siguió, tomando su mano y compartiendo una sonrisa triunfal.

En ese mismo día, ya al anochecer, acamparon entre los bosques. Gyda pasó frente al rey, echándole una mirada desconfiada. Él la siguió desde su asiento de su propia carpa, deteniendo sus ojos sobre Fenrir. Su actitud era calmada y egocéntrica.
—Athelstan.—llamó ella.
Saliendo por detrás de la carpa donde ella y su madre dormirían, alzó sus ojos azules hacia Gyda.
—Pregúntale al rey, si hay animales cerca de aquí para cazar.
—Hay suficiente comida si es lo que te preocupa...
—Lo sé. Me refería a Fenrir. Necesita comer. —sonrió falsamente.
Athelstan asintió, extrañado por la actitud tajante de Gyda.
—Rey Ecbert, Gyda quiere saber si aquí hay animales para cazar.
—Tendrá que ir hacia los montes, un largo camino.—la miró con la ceja arqueada.
—¿Qué dice?
—Tienes que ir a los montes.
—Perfecto. —asintió hacia el rey.
—Llévate a mis escuderas por seguridad.—interrumpió Lagertha.
El rey pareció sospechar de la conversación.
—¿Pasa algo?
—No, nada. Gyda llevará a su lobo a cazar.

La noche era fría y Gyda agradeció el espeso pelaje de Fenrir para dormir. Sin embargo, sus ojos estaban abiertos y vigilando la carpa del rey sin pestañear. No le agradaban los reyes, no después de Horik. Eran arrogantes y ambiciosos. La amabilidad del Rey Ecbert no la convencía como a su madre. O tal ves Lagertha lo ocultaba mejor que ella.

Al amanecer, Fenrir lamió su mano para despertarla. Sonrió medianamente mientras abría los ojos. Acarició su hocico con la mano y comenzó a incorporarse sobre su cama. Fenrir eclipsaba el sol, alzándose con grandeza.
—Recuerda llevar a las escuderas.—murmuró su madre.
—No pasará nada. No voy a molestarlas ahora.
—Gyda.—su madre abrió los ojos con el ceño fruncido.
—Fenrir y yo sabemos defendernos. Quiero estar a solas con él.
—Bien. Ten cuidado.

Gyda se vistió contra el frío de la mañana y salió del campamento con una ultima mirada hacia el rey. Quien dormía plácidamente bajo su propia carpa.
Disfrutó del viaje hacia los montes. El sol anaranjado golpeaba contra ella y la hierba se mecía contra el viento. Contempló su alrededor, el gran espacio vacío tintado de verde.
Fenrir corrió por el camino, tan entusiasmado como ella. Con una sonrisa, aumentó la velocidad de sus pies y corrió hacia él, riendo jovialmente. Estaban solo ellos dos y el silencio de la naturaleza. Viendo lo que tenía a su alrededor, Inglaterra no parecía ser tan fría y lúgubre como había aparentado.

Horas más tarde, Fenrir había devorado tres jabalíes salvajes como si fueran simples mariposas. Gyda se había quedado dormida contra un árbol mientras lo esperaba. La sangre manchando el pelo de su hocico.
De regreso al campamento, notó que las personas ya estaban despiertas y a medida que avanzaba hacia ellos, encontró a su madre y al rey conversar. Por supuesto Athelstan entre ellos.
—Él personalmente garantiza nuestra tranquilidad y seguridad.
—Agradezco al Rey desde el fondo de mi corazón. Siempre fue el sueño de Ragnar encontrar tierras para cultivar para nuestros jóvenes, y para vivir en paz con los demás.
Gyda atrapó la mirada de su madre y decidió acercarse en silencio. Tanto Athelstan como el rey, la observaron tomar asiento junto a Lagertha mientras Fenrir se colocaba sobre los pies de su hija.
—Ahora, también es mi sueño.
El rey sonrió al escuchar las palabras susurradas de Athelstan.
—Quiere saber si eres...una mujer libre.
Gyda dirigió sus ojos asombrados hacia el rey.  ¿Cómo se atrevía? ¿Qué le importaba a él? 
En ese momento, la línea había sido cruzada.

¡Holis! Sé que estoy un poco ausente, y es porque estoy escribiendo una novela

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¡Holis! Sé que estoy un poco ausente, y es porque estoy escribiendo una novela. Jiji
El capitulo es corto, pero prometo que el próximo será más largo. No quería dejarles sin capítulos.
¡Espero que les guste!

¿Ya vieron el trailer de la serie? Estoy flipando
¡Besos!

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora