Aún es el rey

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Gyda le dió la espalda a su padre y caminó furiosamente hacia su madre y su tío

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Gyda le dió la espalda a su padre y caminó furiosamente hacia su madre y su tío. Los soldados se hicieron a un lado con rapidez, manteniendo sus miradas alertas sobre el lobo.

Lagertha abrió la boca para decir algo, pero Gyda arrasó por su costado, alejándose de todos los demás hacia el camino de regreso al campamento. Las fuertes pisadas de Fenrir resonaban en un ligero trote para alcanzarla.

Al llegar, sorteó a un grupo de hombres mayores sin siquiera mirarlos y se dirigió directamente hacia el río. Contempló el horizonte por un momento, apretando sus puños, sintiendo la desilusión ardiente como el fuego.

Fenrir tocó su mano con la nariz, incitándola para que le prestase atención.

—Tú jamás me dejarás, ¿verdad?—Acarició su gran cabeza, sonriéndole tristemente mientras miraba sus oscuros ojos, cómo dos orbes de carbón.

Gyda se dejó caer sobre el césped cerca de la orilla y abrazó a Fenrir con fuerza, Sin dejar de acariciar su cuerpo.

Pocos minutos después, escuchó el trote de los caballos y supuso que su familia había regresado. Tristemente, su padre no apareció para darle alguna explicación, o una disculpa. Sin embargo, fue su madre quien se sentó a su lado.

—Prefirió ir con Athelstan que con su propia familia—dijo Gyda con amargura—.  Yo también lo quería, me dolió su muerte, pero no renunciaría a mis Dioses, Madre. ¿Por qué querría hacerlo?

Lagertha se quedó en silencio por un momento.

—Me gustaría decirte alguna razón, pero, no sabría qué decirte, hija. A mí también me ha tomado por sorpresa—confesó.
—Él me pidió que lo acompañase, y no le importó que yo escuchara su declaración.

Ambas se quedaron en silencio, contemplando el sol esconderse bajo las nubes grises. Gyda partió una ramita, tirándola hacia el río con violencia. Esta aventura sólo estaba siendo una miseria. Muy en el fondo, deseó tener a Krok, que a pesar de que apenas lo conocía, era de las pocas personas con las que había entablado una amistad. Con el que tenía la valentía de expresar lo que sentía. Pero él ahora estaba muerto.

Athelstan estaba muerto.
Su padre iba a morir.

Más tarde, cuando el ambiente se volvió gris y húmedo, un grupo de francos volvió a cabalgar hacía el campamento y Gyda sólo deseaba clavarles una flecha en cada uno de sus corazones e irse a Kattegat.

Se levantó con las piernas entumecidas y caminó lentamente agarrada a Fenrir hacia la muchedumbre que se había agrupado en el centro. Los hombres de la parte trasera la miraron y con una sola mirada agria de parte de Gyda, se apartaron para dejarla pasar.

El lobo era muy grande para ser real y de inmediato el soldado que había visto antes, dirigió sus ojos fríos hacia el animal antes de hablar en su lengua.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora