Tras sobrevivir a una fuerte epidemia que acabó con la mitad de Kattegat, Gyda, la única hija de Ragnar y Lagertha, se había ganado el temor de los habitantes del pueblo del cual su padre gobernaba. Nadie podía acercarse a ella, nadie podía lastimar...
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"El vidente sonrió hacia Aslaug. —Una mujer reinará sobre Kattegat algún día. —¿Seré yo?—preguntó ella. El vidente abrió la boca y tan sólo se rió."
Luego de despedirse de su madre, su hermano tomó otro camino y ella decidió regresar a la gran casa para ver a su padre. Dejó a Fenrir en la puerta y entró cuidadosamente. Sus pasos quedaron plantados a escasos metros de la puerta cuando se topó con un niño pequeño en una especie de carro de madera. Los redondos ojos azules, característicos de su padre, la miraron con una infantil rudeza. Gyda observó sus piernas desfiguradas con una expresión neutra, aunque en su interior estaba asombrada.
—Él es Ivar.
Gyda dió un pequeño salto y alzó su cabeza hacia Aslaug. La reina le lanzó una mirada rencorosa, como si esperase un cruel comentario de su hijo lisiado. Pero Gyda sonrió forzosamente hacia él, cuyo rostro resplandecía con una inquietante frialdad.
—Hola, Ivar. Mi nombre es Gyda. —Miró un instante a Aslaug antes de proseguir. —Soy la hija de tu padre Ragnar.
Ivar arrugó la frente.
—Somos...hermanos—explicó incómodamente. Era la primera vez que lo decía en voz alta y se sentía muy extraño saliendo de su boca. —¿Cómo Björn?—inquirió extrañado.
Gyda asintió.
—Sí, como él. Al fin...puedo conocerte—comentó con un tono forzosamente alegre.
Ivar se la quedó mirando con fijeza, logrando incomodarla más de lo que ya estaba. Ella carraspeó y dirigió sus ojos hacia la reina.
—¿Padre está despierto?
Aslaug se mostró triste y negó con la cabeza.
—La mayoría del tiempo está descansando. —Regresaré en otro momento, entonces—dijo con desilusión. —Mandaré a alguien para que te avise si así lo quieres. —Supongo que Björn me dirá, gracias. Adiós, Ivar. Reina Aslaug—se despidió y les dió la espalda. Al salir por la puerta pasó la mano por la cabeza de Fenrir y se quedó allí de pie cuando vió a Floki encadenado alrededor de un poste en el centro del pueblo. Los hombres se alejaron una vez que terminaron de ajustarle las cadenas y se fueron. Las personas alrededor lo miraban con desagrado, murmurando cosas hacia él.
De pronto, un grupo de niños comenzaron a corretear cerca de Floki, tirándole cosas con risas alegres. Floki apretaba fuertemente la mandíbula, tratando de evitar que le tiraran cosas a la cara. En un momento dado, alzó sus ensombrecidos ojos hacia ella y la fulminó con la mirada. Trataba de mantener su mirada sobre Gyda, pero los niños continuaban arrojándole cosas sin piedad.
Helga apareció en ese instante y comenzó a perseguir a los niños para alejarlos de Floki.
