La profecía

1.1K 117 58
                                    

UN MES DESPUÉSHedeby

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



UN MES DESPUÉS
Hedeby

Fenrir contempló al pequeño grupo sobre el comienzo del bosque, viendo las espadas de madera chocar entre sí. Gyda estaba allí de pie, mirándolos también. Sus manos descansaban detrás de su espalda e iba caminando ida y vuelta para tener una mejor perspectiva mientras tanto niños y niñas, mujeres y hombres, combatían. Los observó un poco más y los dejó con los demás entrenadores para dirigirse hacia el campo de tiro. Su parte favorita. Habían pocos en el sitio, y se encontró a una niña tratando de hacer llegar su flecha al objetivo.

Gyda sonrió para sí y se puso a su lado, haciendo que la niña alzara su cabeza trenzada hacia ella. Sus claros ojos la miraron con respeto y parecía rebosante de emoción al tenerla delante.

—Tienes que levantar un poco más el brazo —indicó, levantándole el codo—. Apuntas muy bien, pero necesitas aplicar más fuerza en la cuerda.
—Es que no tengo fuerza, mis brazos son muy débiles —se lamentó la niña  con tristeza.

Gyda bajó su arco y se acuclilló a un lado de la niña. Sus ojos verdes la miraron con mucha atención.

—Lo mismo le dije a mi padre. —Sonrió con melancolía—. Así qué él me sacó el arco y me hizo levantar baldes de agua, caminar con ellos tanto tiempo como podía y al día siguiente de hacer eso, siempre me llevaba con el arco para que viera con mis propios ojos la fuerza que iba adquiriendo.

Los ojos de la niña se abrieron con incredulidad, no debía tener más de diez años.

—¡Nadie me ha dicho eso!
—Es un pequeño truco de Ragnar Lothbrok —susurró con un guiño.

La niña estaba tan emocionada por el reciente descubrimiento, que soltó el arco y la abrazó, tomándola totalmente desprevenida.

—Cuando sea mayor, quiero ser cómo usted —dijo con ilusión.

Gyda sonrió con ternura.

—Entonces, ve con esos baldes y nos veremos aquí todos los días. —Le golpeó suavemente la punta de la nariz con el dedo y se levantó, riendo cuando la niña, que aún no sabía su nombre, se fue corriendo.

Continuó con la sonrisa pegada en el rostro un buen tiempo y cuando notó aquello, un extraño sentimiento de protección la invadió, dándose cuenta de que le había gustado compartir ese pequeño secreto con aquella niña. Cómo si se lo hubiera dicho a una hija.

Sus cejas se juntaron, se agachó para agarrar el arco del suelo y colocó una flecha sobre él. Pero no estaba demasiado concentrada al apuntar. De pronto, se preguntó, ¿cuál sería su destino?

Dejó las cosas y se apresuró hacia el gran salón para cubrirse con su capa antes de regresar afuera. Le avisó a una de las doncellas que visitaría Kattegat y se detuvo frente a Fenrir. Sintió las miradas sobre ella de forma inmediata y todos vieron, anonadados, a Gyda subir sobre el lomo del gran lobo negro. Fenrir se puso de pie, y Gyda se agarró a su pelaje para usar de rienda y lo guió hacia el bosque, donde allí habían creado un ancho pasillo que le permitía a Fenrir pasar tranquilamente. Algunos árboles que habían estado en el camino, se habían inclinado con la fuerza del lobo hacia atrás y varias de sus raíces se encontraban en la superficie de la tierra.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora