Tras sobrevivir a una fuerte epidemia que acabó con la mitad de Kattegat, Gyda, la única hija de Ragnar y Lagertha, se había ganado el temor de los habitantes del pueblo del cual su padre gobernaba. Nadie podía acercarse a ella, nadie podía lastimar...
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Björn se plantó frente a su hermana Gyda y se acuclilló para estar a su altura. Ella dejó de raspar un palo y con un suspiro alzó su cabeza hacia él.
—¿Qué quieres? —Iré a visitar a madre, ¿me acompañas? —preguntó suavemente.
Gyda lo pensó por un momento. Realmente extrañaba a su madre. Pero cada vez que miraba a esa puerta, tenía miedo de lo que esperaría en el exterior.
—Al menos hazlo por ella. Sabes cómo se pone cuando algo la preocupa. Visitarla va hacerla feliz.
Gyda asintió.
—Partimos en un rato. Ponte un abrigo. —Su hermano se levantó y se fue del gran salón.
Gyda atisbó una pequeña fracción de afuera. Tragó saliva y alzándose fuera del asiento y lejos del fuego, fue a buscarse un abrigo. Su vestido y el resto de los otros, habían sido remplazados por el color negro. Un símbolo hacia su lobo.
Se pasó los últimos minutos allí sola hasta que Gunnhildr entró para avisarle que ya estaban por partir. En total silencio, caminó junto a la esposa de su hermano, viendo las dobles puertas con cautela. Su corazón palpitó con más energía y escondió sus manos sudorosas bajo su abrigo de piel gris.
Gunnhildr abrió y el sol impactó sobre el rostro pálido de Gyda. Por un momento, trató de acostumbrarse a la luz y cuando sus ojos se abrieron de par en par, notó que la gente que pasaba, la miraba con curiosidad. Gyda contempló su entorno mientras seguía a su cuñada, cuya mirada olisqueaba sobre ella con preocupación.
Una parte de suya, quería llamar a su lobo en voz alta. Comprobar que él seguía por allí. Pero más avanzaban, más su dolor aumentaba. Las punzadas iban directamente hacia su corazón y comenzó a sentirse insignificante sin Fenrir a su lado. ¿Qué era ella ahora? ¿Solo la hija de Ragnar Lothbrok?
El viaje en barco fue breve y Gyda disfrutó del aire frío contra su cara. Avistó una pequeña aldea a lo lejos y se acercó a la esquina del barco para ver mejor. En cuanto se detuvieron en la orilla, su hermano bajó primero y Gyda lo siguió detrás. No podía ver a su madre con la pared de músculos de su hermano mientras caminaban por el estrecho puente de madera.
—¿Dónde están mis niños? —exclamó Björn al pisar tierra.
Gyda vió a su madre en la pequeña casa salir con sus dos sobrinos, que corrían rápidamente hacia su padre.
—¡Hali! ¡Asa! ¡Vengan! —Su hermano se agachó para abrazarlos y Gyda se quedó allí de pie con incomodidad. Cuando alzó su cabeza, su madre la estaba mirando y su sonrisa era gigante. Le hizo una señal con la mano y Gyda obedeció. Mientras su hermano seguía gritando de emoción con sus hijos ella avanzó hacia Lagertha bajo las miradas de Torvi y Ubbe.
