El visitante

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El frío estaba bajando de grado hasta el punto de calar tus huesos, pero Gyda había encontrado un punto exacto de un arroyo entre las montañas y el bosque donde el sol llegaba a templar el agua

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El frío estaba bajando de grado hasta el punto de calar tus huesos, pero Gyda había encontrado un punto exacto de un arroyo entre las montañas y el bosque donde el sol llegaba a templar el agua. Así que aprovechó su salida de caza para darse un baño antes de que la nieve cayera y congelase el arroyo.

Fenrir la miró desde la hierba, acostándose bajo el rayo de sol mientras Gyda se quitaba el vestido y soltaba su largo cabello. Ella tomó aliento y se sumergió lentamente, suspirando con gozo. El agua no estaba demasiado caliente, pero con el aire fresco enfriando su rostro, era una perfecta temperatura. Sumergió su cabeza y se tiró el cabello hacia atrás cuando salió a la superficie, sonriendo ante el canto de las aves.

—Deberías bañarte tú también—sugirió a Fenrir con una suave risa.

El lobo no le hizo caso, se dispuso a lamer su pata, como si esa fuese su respuesta. Gyda rodó los ojos y limpió la suciedad de sus brazos.

Se tomó un poco más de tiempo para nadar por el pequeño estanque, disfrutando los últimos días antes del verdadero invierno. Después de una exitosa caza, se merecía un descanso para ella misma.

Cantó en un murmullo, flotando en la superficie mientras dejaba que el sol cayera sobre ella. Necesitaba un momento de paz mental, ya que se había pasado toda la noche pensando en matar a Erlendur. No estaba buscando un plan, estaba ansiando actuar.

Cómo parecía suceder a menudo, su tranquilidad se evaporó con el viento. Gyda se incorporó rápidamente al escuchar los ladridos de los perros demasiado cerca de ella. ¿Eran más hombres de Erlendur?

—Quieto—le ordenó a Fenrir en cuanto notó que estaba por ir hacia el sonido.

Gyda salió del agua rápidamente, sintiéndose demasiado expuesta. Sobretodo cuando oyó voces de hombres. Tomó su vestido y se lo puso con tanta rapidez, que casi se enreda con sus propios brazos. El agua que bajaba de su cabello mojó todo su vestido desde la parte de atrás, pero estaba demasiado alertada como para notarlo. Terminó por agarrar el arco y escondió la cuchilla entre su bota. Por último, se cubrió con su abrigo de piel y avanzó con cuidado hacia las voces y los perros.

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora