Capítulo 27 - "El plan"

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Dedicado a Mery Drazul~

Quedé muy confundida.

Yo: ¡¿qué?! Julián... Julián yo te adoro. Me súper merecés, y en viceversa, también te merezco. Nos amamos, no entiendo que es lo que... -me interrumpió-

Julián: obviamente, mi vida. Y no lo pongo en duda. Pero no es a lo que me refería.

Yo: ¿entonces a qué?

Julián: claramente lo interpretaste mal.

Yo: Juli... Juli ya estamos acá, amándonos. ¿Por qué frenarnos? Te amo -me arrimé para seguir besándolo, pero él me quitó de encima-

Julián: no te merecés esto...

Yo: ¿cómo que no? Mi amor, si es por la edad te aseguro que...

Julián: -rió- No es por eso, linda.

Yo: explicame entonces, porque no entiendo absolutamente nada.

Julián: vestite -me entregó mi camisa- Voy a preparar unos licuados -avanzó hacia la cocina-

Yo: ¿qué?¿Así de fácil?

Julián: ¿querés de frutilla o de durazno?

Yo: a ver; me besás, me provocás, me... Me acariciás, ¡me tocás! Me decís que vas a ser el primero, el último... ¡Me decís que soy perfecta! Me sacás la ropa, Julián... Me dejás en ese estado ¿Y así cómo si nada te das la vuelta y me preguntas de qué sabor quiero el licuado? ¡¿QUIÉN TE ENTIENDE, PIBE?! ¿Es joda o qué? ¿Fue a propósito y lo hiciste para vengarte?

Lanzó una carcajada.

Julián: ¿vengarme de qué?

Yo: no sé, te provoqué tantas veces para hacerte la contra que...

Julián: ni ahí, no fue para eso. ¿Pensás que soy capaz?

Tiré con algo de rabia mi prenda al suelo.

Yo: ¿por qué no nos dejamos de boludeos y volvemos a lo que estábamos? -propuse acercándome a él-

Julián: se ve que todavía no entendiste.

Yo: la verdad que no -le quité uno de los duraznos que tenía entre sus manos y, después de sentarme en la mesada de mármol negro, me lo llevé a la boca- Por lo que veo no querés explicarme -pronuncié luego de morderlo- Pero ¿sabés qué? No me importa, nene -di un último mordiscón y lo dejé- no voy a andar rogándote.

Julián: vos estás en pedo, ¿no?

Yo: ojalá mirá. Entre tus estupideces y el calor del orto que hace, preferiría estar tomada, a ver si así por lo menos me divierto.

Me paré en la base.

Julián: ¿qué hacés? No te olvidés de que sos alta, vas a meterle al techo en cualquier momento.

Yo: esto -la desprendí- no sirve -comenté rápido, y de un movimiento le tiré la falda en la cabeza-

Julián: estás loca.

Me agaché con paciencia hasta sentarme de nuevo. La mesada enfrió mis pies, descalzos desde la escena del sillón. Y sí, definitivamente ya estaba en ropa interior frente a él.

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora