Capítulo 8 "Simplemente no sé"

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Mi cuerpo exigía la música dulce y colorida de la rebeldía. Me invadidían las ganas de salir de ahí, de su mano, y romper con las reglas que me dejaban en un camino estrecho sin opciones. Estaba decidida a hacerlo, iba a dejarme llevar por alguien que antes no pertenecía a mi mundo, pero que ahora indagaba a él generando una "fidelidad" inconsciente y prácticamente invisible, automática. Me iba a entregar, destruyendo los planes y dando lugar a unos nuevos que serían obra del destino mismo.

Pero no.

Aún quedan piezas por armar, espacios de oscuridad para iluminar, caminos por recorrer. Todo en el ámbito de su mirada, no piensen otra cosa. En él veo y siento. Todavía tengo razones para frenar todo esto, preguntas para hacer y cuestiones a resolver. La solución está en hacer las cosas cuando se deben, y está ya en claro que no debe darse ahora... Sino, de lo contrario, no me estaría planteando estas cosas.

Quité mi mano de ahí. Todo desapareció. El brillo de mis ojos cayó al abismo y mi sonrisa tuvo que borrarse.

Yo: n-no... Perdón, pero van a darse cuenta y... -Y no quiero empezar a actuar diferente, suficiente tengo con sentir diferente... Mis pensamientos volaban. Suerte, no me dejó terminar-

Julián: no importa -y sonrió-

Fue como si hubiera leído mi mente y comprendiera exactamente lo que pasaba por mi cabeza. Se veía ¿complacido?

Julián: entiendo. Gracias -y me entregó el cuaderno- Nos vemos mañana -y me dio un beso, justo a la par de la comisura-

Juro haber cerrado los ojos. ¿Quizá porque yo esperaba algo más? Estaba en claro, esperaba algo más. Pero no podía hacer nada, al abrirlos él ya se había ido.

Di media vuelta para regresar a la sala donde iban a dar la última clase del día, pero la curiosidad tocó a mi puerta. En el camino, abrí el cuaderno. Mi intuición no había fallado, había algo que antes no... Algo escrito con letra desorprolija en el contorno de la última nota firmada por mis papás; "Sos una fea linda", y un corazón deforme dibujado a la par. Reí. Y con la sonrisa aún en el rostro, comencé la marcha.

Probablemente mi cara era del mismo aspecto de una nena con juguete nuevo, pero no podía disimularlo. Estaba feliz, y no sé por qué.

Pasó algo que realmente fue lo que cerró todo. Se preguntaban si la sonrisa plantada en mi rostro se debía a él; Leandro. Y pensé, que fantasía viví todo este tiempo. ¿Cómo es posible estar más de un año entregada en absoluto a una sola persona que no tiene registro de tu existir? ¿Cómo puede ser que llegue otra y te haga cambiar todo eso que creías sentir por la anterior? ¿Cómo Julián pudo haber logrado hacerme olvidar algo que ya era una obseción? Y la respuesta estaba lo suficientemente clara; no era nada más que una obseción, una absurda obseción que me amargaba, pero a la vez me endulzaba... Algo así como una imagen creada por mí, que ni siquiera yo creía. Que estúpida, me había encerrado en pensamientos falsos que sólo contribuían a imaginar un ausente sentimiento, ¿Cómo pude engañarme a mi misma? Porque eso fue todo esto; un engaño en el cual la única culpable y participante soy yo.

Pero ahora las cosas están en claro, ahora sé que es real y que no. Julián es real, aunque aún no esté definido. Es real porque no espero nada de él, simplemente dejo que pasen las cosas que tienen que pasar, y haga lo que tiene que hacer, dejándome con la única opción de hacer sólo lo que él quiera que haga. Que locura, es mi dueño y ninguno de los dos estamos al tanto. ¿Cuándo fue que me entregué así hacia este desconocido?

En fin; definitivamente Leandro no era real. Sólo era una imagen mía de lo que podría llegar a ser.

¿Y si en realidad es lo que vos imaginaste?

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora