Capítulo 22 "En problemas"

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Dedicado a la más putita de todas: Anto Nuñezte amo zorrita de mi alma~~~

Ese momento fue en realidad inexplicable con palabras. Los latidos de mi pecho aumentaban espontáneamente, como si mi corazón se quisiera salir del lugar. Una de sus manos me sostenían de la mandíbula, y la otra ya bajaba por mi espalda lentamente, como puliendo con delicadeza cada parte de mi cuerpo.

Indagó en mí tan apasionadamente que hasta podría haber percibido que lo hacía con enojo. Ejercía muchísima fuerza, dándome la sensación de que, sí fuera un cristal, en cualquier momento me fracturaría.

De un movimiento rápido rodeó mis glúteos con ambas manos hasta juntarlas, para así elevarme y poder disfrutarme más, tal cual sucedió aquella vez en el balcón. Sólo que es esta oportunidad llevaba puesta la pollera del uniforme, y eso... Eso cambiaba las cosas.

¿Cómo con un simple beso podía generar tantas sensaciones en mí? Me volaba la cabeza, y no tanto para bien.

Estaba tan indefensa entre sus brazos, prácticamente él hacía lo que quería.

Yo: que no termine nunca -le supliqué cuando me dio tiempo-

El problema estaba en que lo que él hacía me gustaba, y mucho.

A los segundos sus brazos dijeron basta, e hicieron que mis pies regresaran firmementes al suelo, pero seguía apretandome. En sentido literal lo digo, con sus brazos aprisionaba mis hombros, casi sacándolos de lugar. ¿qué era lo que le pasaba? La respuesta llegó antes de lo que yo esperaba...

Julián: te juro que no aguanto ni un segundo más, Ori.

Entonces comprendí: él necesitaba gastar fuerzas en algo... Bueno, en sí, algo. Entonces lo hacía presionándome, hundiéndose en mí. Liberando esa energía que lo envolvía al tenerme tan pegada a su cuerpo.

Después de aquel último beso, bajó la acción hasta mi cuello. Reí, pero algo hizo que todo se esfumara: el timbre ya había sonado. Igual a, recreo. Nos iban a ver.

Yo: la campana... La campana sonó.

Julián: no pienso frenar -continuó hasta mis hombros-

Yo: tampoco estaba entre mis planes -dije riendo, y tomé una de sus manos- Esto es mucho, pero me encanta.

Julián: ¿te encanta? -preguntó separándose de mi piel-

Yo: me encanta.

Julián: vení -empezó a caminar, guiándome hacia... Algún lugar-

En un instante llegamos a la sala de teatro vieja, usada para guardar cosas, hacer algunos talleres y, en su defecto, ser usada como escenario de práctica para las diferentes doctrinas que se dictaban en el colegio. Casi nadie pisaba allí, quizás porque estaba prohibido, o tal vez porque no había nada interesante para realizar. Cual sea la situación, era una zona poco frecuentada, el lugar perfecto para exiliarnos del mundo. Cortinas amplias en colores rojo bordó, sillas antiguas y quizá atrofiadas, polvo en casi cada área, y el escenario obvio, que al caminar rechinaba, con el sótano abajo.

Julián: la otra vez descubrí este lugarcito -mencionó empujando la puerta con su espalda, mientras yo lo hacia retroceder para lo mismo-

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora