Capítulo 48 - "Pequeña historia"

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Dedicado a Euge Fortunato~

Lo tenía allí, justo frente a mí, respirando el mismo aire. Y no podía evitar temblar, ¿lograría ocultar todo esto? Lo mejor que podía hacer era meterme en un personaje.

Yo: te deseo un muy feliz viaje, chau, nos est...

Julián: ¡quizás nunca más te vuelva a ver!

¿Nunca más? Entre que debía fingir ya no lograba procesar las cosas a tiempo. Nunca era demasiado, aunque... Eso era lo que yo quería. ¿Pero qué haría con el embarazo?

Yo: qué bueno entonces, ¿no se nota mi alegría?

¿Por qué estoy dudando? Ya me había fijado en que no le diría, tengo mis razones.

Julián: por favor quiero que terminemos las cosas bien.

Yo: ya las terminamos, mal, bien mal.

¿Y si esta sí era la última vez que nos viéramos?

Julián: gracias a vos.

De todas formas volvía a centrarme en mi pesado carácter.

Yo: como sea, listo, no hay vuelta atrás. Y por más que ahora vengás e intentés confundirme, y me besés, yo llore y te abrace cuando en realidad lo que quiero es golpearte, y termine sufriendo otra maldita vez, quiero que sepás que, aún así, mi opinión no va a cambiar. Así que si querés hacerlo, hacelo. No voy a reaccionar como se supone que tengo que reaccionar, si q...

Julián: ¿qué?

Yo: ¡que sos un pelotudo!

Julián: estás loca... Dejame decirte adiós.

Mi interior era una lucha entre lo que quería decir y lo que debía decir.

Yo: andá a saludar a la puta de Candela.

Entonces acababa siendo terriblemente dura.

Julián: sólo la uso, se lo merece.

Yo: a mí también me usaste, seguís haciéndolo.

Pero les aseguro que por dentro no quería tratarlo así.

Julián: ¿cuándo mierda vas a entender que te amé en serio?

Me lo dijo tan directo que hasta lo noté sincero.

Yo: el día que me lo demostrés -defendí-

Me salía tan real este papel.

Julián: ¿no te quedó claro las veces anteriores? -rodeó mi cintura y empujó mi cuerpo hacia el tuyo-

Yo: sos un imbécil -y esto sí provino de mi misma alma-

Julián: este imbécil te en...

Lo que no me mató, no me hizo del todo fuerte.

Yo: ¿sabés que no? Ya no me encanta ese imbécil -giré y caminé así prender la luz, pero a mitad de camino debí frenar por su voz-

Julián: decicelo a tus ojos entonces.

Estoy vulnerable, bastante frágil, ya no pienso, siento, por más que no lo quiera.

Yo: mis ojos están cansados de llorar. Y sí, capaz sí, es porque te amo y seguramente nunca pueda dejar de amarte. Pero te juro que si te me acercás te mato de...

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora