Capítulo 13 - "Desilusión".

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Dedicado a: Diana~

Así que ahí estábamos, amándonos "sinceramente", sí, entre comillas, porque ambos ocultábamos cosas bajo todo ese cariño.

Yo: gordo.

Julián: ¿qué? -preguntó antes de volver a mi boca para después dejarme hablar-

Yo: no me dejés ir nunca por favor.

Qué ingenua.

Julián: ¿no es medio pronto para decir eso?

Yo: mejor te lo pido de entrada -reí- Tené en cuenta que me estoy tirando de clavado a una pileta que no sé muy bien si tiene agua o no.

Julián: me encantás, de eso perdé duda. Además maduré.

Yo: mentira, seguís siendo un nenito -dije modificando la voz y acercándome a su mejilla para empezar a mordisquearla-

Julián: pará grande.

Yo: yo soy toda una señora -y carcajeé-

Julián: dos años tenés -pronunció al tomarme de la cintura, empezando a avanzar y dejándome contra la pared-

Yo: bue, pero si hasta recién yo "había cambiado", "me había convertido en mujer". ¿Cambiaste de opinión ahora?

Julián: seguís igual de peleadora, ¿no? -rió, pero a mí no me pareció gracioso- de años, de edad... Seguís siendo una pendeja.

Yo: y vos seguís siendo un boludo.

Julián: che, ¡cuanta agresión! -dijo sonriente, acercando su boca, lo frené-

Yo: iba en serio.

Julián: ¿ya no vas a hacerme mimitos? -y se arrimó aún más-

Yo: no.

Julián: si te encanta que te diga así.

Yo: ¿pendeja?

Julián: -empezó a dejar besos en mi rostro-

Yo: ¿sabés que no? Justamente eso no.

Julián: dejame besarte, no resisto.

Yo: mh... Permitime pensarlo... NO.

Julián: cuando te hacés la difícil me volvés más loco todavía -largué una carcajada en respuesta- ¡dale! uno chiquito no más. Te lo imploro reina -y siguió en mi mejilla-

Yo: está bien, pero con una condición -me miró contento esperando que le diga- Que no sea la última vez que lo hagás por favor sino me muero.

Sostuvo mi cabeza entre sus manos, tomando mi cabello.

Julián: ¿en dónde estuviste todo este tiempo, Oriana?

Yo: ocupada pensándote -jugué-

O, más bien, intentando sanar las heridas que me hiciste.

Julián: te adoro mucho, mi amor -arrimó sus labios y me dio un "pico"- Mucho mucho.

Sólo le entregué una media sonrisa, él se arrimó, y me dio un beso del cual me acordaré siempre: puso sus manos en mi cintura y no tardó en bajar hasta mis caderas, yo estaba usando un short de jean tiro alto, avanzó más con su cuerpo y mi cabeza chocó con la pared, quería devorarme, avanzaba cada vez más con su lengua y sus manos ahora estaban en mi espalda enredadas. Dio un paso más, uno sólo, y yo ya indefensa no pude retroceder, entonces se pegó a mí, acortando cualquier tipo de distancia entre nosotros. Lo sentí, sentí su cuerpo sobre el mío, y sentí la necesidad de desvestirme ante él allí mismo, de que me viera, de que él también me sintiera. ¡¿Por qué los frascos de nuestras almas siguen siendo tan compatibles, tan coordinados, tan dependientes del otro y tan pero tan sensibles al físico, al deseo, a la tentación?! ¿Por qué existe tanta atracción entre ellos? ¿Por qué nosotros sí podemos mentir, pero nuestros cuerpos no? Por supuesto que no, nuestros cuerpos no mentían, eran tan sinceros, solamente querían permanecer así, en contacto, en continuo roce con el otro, en el cielo, con los demonios, en paz y en guerra, quemándonos... Salvándonos.

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora