Epílogo

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Por favor, presten atención a los detalles, hay muchas cosas bastante ocultas y si no leen detenidamente no van a lograr procesarlas (? Ahr. Están advertidas.

Sí desperté, si es lo que les preocupaba. No obstante, las cosas no continuaron mejor...

Día, no lo sé, mes tampoco. Apenas recuerdo el año. Solamente sé que seguíamos en otoño y que el tiempo había apenas pasado, sólo que lo sentí muy lento.

Mi corazón murió aquella tarde, se lo llevó Juliá, junto con mi orgullo, mi dignidad, mi valor, y mi alegría. Mi piel no se erizaba por nada y mis ojos ya ni siquiera se tomaban el trabajo de evitar las lágrimas. ¿Para qué? ¿Para ocultar el dolor? Estaba absolutamente desnuda, no podía fingir, tampoco ocultarme. Entre las cuatro paredes de mi habitación fui desvaneciéndome del mismo vacío, alimentándome de soledad. Justo cuando mis manos se deslizaron junto con mi cuerpo para caer sentada al piso, mi cabeza empezó a hacer sentir el eco de mis demonios, amargándome la boca y haciendo que mi sangre raspe cada parte de mi cuerpo.

No sabía como iban a seguir las cosas, tampoco tenía en claro qué era lo que debía o no hacer. Sólo diré que mi cuerpo estaba demasiado débil como para tomar una decisión. Mi mente cansada y mis ojeras oscuras, ya no había nada más que hacer. Las marcas en mi muñeca me llenaban de impotencia, y el no saber hacia dónde ir igual.

¿Qué debía hacer?

Nada, exacto.

Me llené tanto de ese vacío, que terminé quedándome sola. Literal pero metafóricamente. En mi interior ya no reposaba el provocante de tanto llanto. Yo no resistí mi depresión, él dependía de mí. ¿En qué cabeza entra que haya aguantado tantas malas vibras?

Simplemente... Desapareció de este mundo lleno de injusticias, algo que yo querría haber deseado para mí.

Ahí está el punto, toda la culpa era mía. Pero... ya no podía cambiarlo, nadie podía. Las cosas estaban hechas. Se fue para no sufrir, y yo... Yo sólo me quedé para seguir haciéndolo, llorando tanto su ausencia como la de su padre, quien ni siquiera se enteró de su existir.

A veces sos navaja, en otras oportunidades herida. E incluso, en ocasiones, ambas, o ninguna... Dicen que quien siembra distancias cosecha olvidos, y es que uno se empieza a cansar de tantas decepciones, cuesta avanzar sabiendo que una cadena te hace retroceder. Es como intentar algo imposible, saltar al vacío sin alas, entendiendo que vas a caer a la mismas sombras, deseándolo.

Y llega ese momento en el que pensás, "quizás las cosas debían ser así", hasta que te enterás de que esperar nada y esperar todo a veces se siente igual, y no sabes la diferencia hasta que llega la nada, o llega el todo.

Ya volábamos en el mismo cielo, sólo que en diferente dirección.

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Pero olvidamos algo, todo lo que va, vuelve. Eso que fue, puede seguir siendo. El planeta tierra no es cuadrado, el país no es tan grande, y el destino no siempre se encarga de separar. Hay oportunidades en las que sólo... Sólo pasa. Y es que un mal capítulo no es el final de una historia, vi como mi mundo se caía, pero ese abismo no fue el más profundo, y nadie nunca pudo asegurar que no saldría de él. Quedan muchas lágrimas más para llorar, y otras cientos de sonrisas que disfrutar, besos que robar y momentos que pasar.

Este mundo, mi mundo, su mundo, nuestro mundo... Nunca va a dejar de ser redondo. Y, aunque no lo deseemos, siempre reencontramos a eso que dejamos ir. Sí, nuestros corazones estaban lejos, pero no lo suficiente como para olvidar que, en él, estaba esa persona que tantas sonrisas originó.

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora