Capítulo 41 - "Miedo a las alturas"

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Dedicado a Clari O~

Julián: era mi compañero.

Yo: sí, Matias. ¿Pasó algo?

Julián: no no, solamente quería...

Yo: claro, quería hacer un trabajo, ¿no? Julián decimelo de una buena vez, ya no importa.

Empezó a reír, es un idiota.

Julián: ¿decirte qué? Amor, me preguntó para salir el fin de semana que viene.

Yo: ¿a esta hora habla para decirte?

Julián: se despierta a las siete siempre, ¿algún problema?

Yo: ¿qué persona normal llama a la madrugada para preguntar sobre una salida?

Julián: ¿no me creés acaso?

Yo: solamente siento que estás ocultándome algo.

Julián: ¿querés verificarlo? Mirá -sacó su teléfono nuevamente-

Yo: no, dejá.

Julián: llamada de: Matías. Marcá así veás que es él.

Yo: listo, ¡ya fue! No importa.

Apretó el llamar y puso en modo altavoz.

Yo: ¡te dije que no, Julián! No seás imbécil.

Matías: ¿hola, Juli?

Julián: sí sí, soy yo. ¿Cómo va la bola?

Matías: bien, Darío ya hasta está dispuesto a hacer lo suyo, listo, podés volver a lo de antes, ganamos esta v...

Julián: ah todo re bien entonces, yo estoy acá con Ori... Ya estaba por...

Lo sobré con la mirada, luego dirigí fastidiosamente mis ojos hacia el suelo y comencé a caminar en dirección contraria a Julián.

Julián: amor... ¿Qué pasa?

Yo: mejor lo arreglamos después, ¿sí? Estoy muy cansada, te dejo charlar con él tranquilo.

Julián: p-pero...

Yo: nos vemos -y subí las escaleras que daban a la habitación en la cual me cambiaría de ropa-

No entendía una mierda de lo que pasaba. No obstante, tenía mis razones para enojarme. Hablaron demasiado en código, no logré descifrar todo. Pero me nombró para que frenara... ¿Qué es lo que yo no debería saber? Cada día me dejaban más y más pistas de... algo. ¿Cómo era posible? Mi amor hacia Julián era infinito, confiaba ciegamente en él, ¿era capaz de hacerme algo que me dañara? ¿Y si sólo son muchas coincidencias y en realidad todo está más que bien? No quería pensar lo peor, pero tampoco podía engañarme a mí misma al hacerme creer que nada sucedía. Mantuve los pies en la tierra lo más que pude, pero no pude impedir llegar a caer de rodillas sobre el suelo.

Toda la madrugada simulé una sonrisa que claramente no era, para ocultar pensamientos que en definitiva me atormentaban. Dormí intranquila, pero logré descansar aunque sea un poco. Y las dudas seguían carcomiendo mi cabeza... Por eso decidí llamarlo.

Yo: ¿podés decirme qué es lo que tanto me ocultás?

Julián: Ori... mi vida, no te oculto nada, entendelo.

Historia de dos corazones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora